“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




jueves, 17 de diciembre de 2015

Taller Bremen: narración en primera persona



Ante los que os habéis reído de mí, deshago la mentira

Vecinos, familiares, conocidos: un pudor que ahora reconozco estúpido me impidió enfrentarme al infundio que de mí se dijo, desenmascarando al culpable cuando debí hacerlo y achacándoselo a él. Entonces yo era una presa fácil ante el ser abyecto que lo lanzó. La vida, que aborrecía y aborrezco, me hacía preferir la huida constante; además, moralmente escrupuloso como era en ese tiempo, no quería cargar a ese ser la ignominia que se merecía y que él había lanzado sobre mí.
Creo que peco de grandilocuente y vacío de contenido al culpar a “la vida”, por no mencionar que esa acusación era la que, con fundamento y realismo, hacía yo a la mayoría de las personas que forman la sociedad: la de expresarse con grandilocuencia y sin el menor sentido. La vida la forman también todos los elementos de la naturaleza y no podemos culpar a una serpiente que nos muerda si vamos descalzos por la selva, ni a una tormenta con rayos que caiga sobre un bosque al que hemos ido a pasear. En cambio, sí podemos acusar a la mayoría de las personas por el modo superficial, cursi e inoperante con el que usan el lenguaje.
Y eso, criticar el vacío de los pensamientos que expresaban los que me rodeaban, o decían desde los medios de comunicación, es lo que empecé a hacer, más con desdén que con justificada indignación —nunca he dicho que yo haya sido o sea una buena persona que pretende conducirse con moralidad—, con prácticamente todo lo  que decían los demás. Incluso a mi compañera, poseedora de un alto nivel de bondad, que es una de las cualidades más elevadas de la inteligencia, la atacaba despiadadamente. No podía evitarlo, a pesar del dolor que criticarla me causaba. Lo único que podía hacer era obligarme a un silencio casi continuo: si lo que vas a decirle es desagradable, es mejor que calles, me repetía a mí mismo.
Y fui callando, hasta que convivir conmigo se convirtió en una hazaña insoportable. Había cortado la relación mediante palabras con todos y, al final, lo hice también con ella. La única relación que nos unía era ya solamente física, pues seguí recorriendo con los labios y la lengua, interminablemente, sus muslos kilométricos. Por esa costumbre, que tan placentera era para los dos, me llamaba a veces “mi caracol”. Era un apodo íntimo, aunque a veces, en momentos afectuosos, se le debió escapar fuera de la casa. He pensado si eso fue escuchado por oídos inconvenientes, que alteraron el apelativo y fortalecieron la ignominia que había caído sobre mí. Es probable, aunque imposible estar seguro.
El caso es que mi presencia la hacía sufrir y alquilé una buhardilla en la que aislarme. No te cabrán apenas libros, me dijo, preocupándose todavía por mí, a lo que le contesté que ya no los leía, que podía quedárselos todos. Y es que fui dejando de leerlos, de ir al cine o al teatro, de ver exposiciones. Al irme a la buhardilla, el abandono fue absoluto. Desde entonces solo leo revistas de literatura, cine, teatro y arte, con críticas y reseñas. A partir de ahí, acostado, rehago y me cuento los libros, creo las películas y representaciones teatrales, veo las obras de arte: todo a mi placer. Cuando he leído todas las revistas que me interesan en las bibliotecas públicas, compro las restantes. Me gusta esta vida en la que he mediatizado los originales.

Pero aunque me guste, sé que es poco atractiva, que resulto repugnante; lo que sucede es que no me importa. Lo que no estoy dispuesto a aceptar por más tiempo es el bulo que mi padre lanzó públicamente sobre mí, contando por todas partes que había visto, aterrado, mi transformación. Lo afirmo y aseguro: no soy yo quien se ha convertido en un escarabajo. Tuve que ver con mis ojos, con un desagrado que me provocaba arcadas, cómo él, el padre que me ha acusado de lo que a él le sucedía, desplegaba en su casa la nueva forma de escarabajo en la que se ha convertido, arrastrando bolas de suciedad con sus patas, aterradoras por el tamaño. Qué astuto, cruel, maligno ha sido al desviar la atención de su metamorfosis acusando de ésta al más débil de sus hijos. Sabed, los que me leéis, que esa fue la mentira lanzada por el más desagradable y asqueroso de los padres.



viernes, 11 de diciembre de 2015

Actualización de Globalízate en diciembre de 2015




George Monbiot


¿Qué es lo que han aprendido los gobiernos de la crisis financiera? Podría escribir una columna explicándolo. O podría hacer lo mismo con una sola palabra. Nada.


Gonzalo Andrade



Un estudio reciente confirma que la masa de hielo del casquete polar antártico ha aumentado durante las últimas décadas, sin embargo, dicho aumento no ha sido generalizado, y no hay garantías de que vaya a seguir produciéndose.


Pepe Cáceres

Ahora que se están produciendo las negociaciones vinculadas a la cumbre del clima (COP-21), conviene recordar el efecto de la actividad humana sobre el clima del planeta.


Globalízate

Decenas de miles de personas en todo el mundo se han manifestado hoy para exigir a los gobiernos medidas efectivas en la próxima cumbre del clima para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento del planeta.


Ivanka Puigdueta Bartolomé y Alberto Sanz-Cobeña



La solución del problema climático es necesaria para generar estabilidad en diferentes lugares del planeta y, a escala global, supondría una vía para acabar con la pobreza y las desigualdades.


Met Office



Esto representa un hito importante de la influencia humana en el calentamiento.














miércoles, 2 de diciembre de 2015

Taller Bremen: sobre lo fácil


A veces relaja que el destino sea azaroso

El corto tramo de incorporación a la autovía desde la gasolinera se terminaba y un coche venía lento por el carril derecho, sin señales de desviarse al izquierdo para dejar que me incorporara con seguridad. Dudé de la velocidad del coche lento y frené, perdiendo la oportunidad de incorporarme. Pasó, a mucha menos velocidad de la que le había supuesto; tan reducida que, de no haber dudado, habría podido salir. Pero ya era demasiado tarde. Estaba frenada al final del tramo de incorporación; tendría que acelerar desde 0 km por hora. El coche lento que pasó sin abandonar su carril iba conducido por un viejo que miraba fijamente al frente. Noté que aferraba el volante con las dos manos. El viejo era incapaz de salirse de su camino, de interactuar con los otros, de hacer un favor. Hijo de puta, pensé, cabrón. Seguí pensando insultos e imaginando las maldades que le haría si pudiera.  Me he quedado con tu cara. Si en una calle solitaria viera que te iban a atracar, seguiría mi camino sin avisarte, cabrón. No les ayudaría a darte de hostias porque soy buena persona. Tuve tiempo para pensar eso y más, porque durante un minuto largo las dos vías se ocuparon con coches y camiones. No podría salir hasta que dejaran de pasar. Que no me pitaran los dos coches que se habían puesto detrás de mí era la prueba de que no podía hacer otra cosa que quedarme detenida allí. Por culpa del viejo, que iba a una velocidad tan lenta que debería estar prohibida; tan lenta que no pudo imaginarla e introducirla en sus cálculos: soy un estorbo para la vida que fluye, si me paso al carril de la izquierda ese coche no necesitará quedarse ahí, esperando que yo pase. Viejo cabrón, ¿por qué no te mueres o te quedas en tu casa?
—¿Te has dado cuenta de que te estás convirtiendo en un camionero mal hablado, hipertrofiado por la mala leche y el miedo, cuando eres una tía que acaba de cumplir 35 años?
—Y tú, ¿te has dado cuenta de que la historia no había terminado? Dos kilómetros más allá me detuve, porque se había producido un accidente múltiple. Tenía ocho o diez vehículos por delante. Frente a ellos, un infierno de humo y coches retorcidos. El primero de ellos, el del viejo, parado a cien metros del accidente. El único que ni siquiera intentó ayudar.
—Ah, lo que me quieres contar es que gracias al viejo no te viste envuelta en el accidente. Que de no ser por él hasta podrías haberte visto metida en él.
—Que te calles hasta que termine. Primero, el tipo se llama El Puto Viejo. Pero, ¿por qué eres tan pesimista? ¿No se te ocurre pensar que si él no me hubiera detenido habría estado ya por delante del accidente, sin tener que presenciarlo todo, y habría llegado a mi hora a la cita. Con una propuesta de trabajo decente, no con la muerte. Una cita a la que llegué tan tarde y tan alterada que fue como si no hubiera ido.
—Por culpa del viejo, ¿no?
—Del Puto Viejo de los Cojones, para ser exactos.
—Pues, tal como yo lo veo, es posible que le debas la vida al Anciano Adorable Enviado por un Ángel para que me puedas estar contando esto.
—Cómo se nota que tienes un trabajo a la medida de tu preparación, que es estable y que te pagan bien. Yo, en los meses mejores, me saco 700 euros como teleoperadora de La Gran Mierda a Su Servicio. Para ti todo es tan fácil.
—Y para ti no es terrible como presumes. Compartimos todo. En conjunto nos arreglamos bien, tú y yo.
—A lo mejor tú y yo nos apañamos, pero en el paquete real general no cuentan ni mi doctorado de cuatro años ni el carísimo Máster de dos. El paquete entero apesta.
—Y la culpa es del viejo, ¿no?
—Del Puto Viejo Cabrón, sí. Es lo que estoy intentando contarte. Que la aparición de su coche a siete kilómetros por hora pudo ser la causa de que mi azar, un azar que por una vez a lo mejor pudo ser favorable, se fuera al carajo.
—Que sigas viva, sin un rasguño en el cuerpo ni en la carrocería, no te lleva a pensar en el destino.
—El destino es cosa de los cuarentones acomodados como tú. Los pobres estamos en manos del azar... y ya sabes lo que les pasa a los adictos a los juegos de azar. Por cierto, lo que es el azar cuando nos viene con una sonrisa: volviendo a casa, el azar mismo, en la forma de El Hombre, me puso dos MDMA en el camino. Con eso y lo que gastemos en salir, dependeremos del crédito de tu tarjeta hasta el lunes, que cobramos.
—Eres una cabrona.
—Una Dulce Cabrona, que los creyentes en el destino no sabéis adjetivar, si no es en el lado oscuro de la ampulosidad.
—Y no tenía ganas de salir.
—Ya no la tienes ningún viernes, estás viejo. Por suerte, el destino me puso en tu camino.


jueves, 12 de noviembre de 2015

Actualización de Globalízate en noviembre


La actualización de noviembre de Globalízate (que enlazo con retraso)



Bill McKibben se pregunta qué habría sucedido si hace 20 años Exxon hubiera dicho la verdad, que muchos de sus científicos y trabajadores conocían, sobre el Cambio Climático.

“Pero bastante lejos de estas cuestiones sobre el futuro, tomemos un momento y solo pensemos sobre el pasado. Sobre lo que podría haber ocurrido si, en agosto de 1988, la "posición de Exxon" hubiera sido "decir la verdad".



George Monbiot compara la ansiedad por las expectativas de que haya agua en Marte  con el abandono al que tenemos sometido a nuestro planeta Tierra.

“Evidencia de flujos acuáticos en Marte: esto abre la posibilidad de que haya vida; de maravillas que no podemos ni empezar a imaginar. Su descubrimiento es un logro sorprendente. Entretanto, los científicos marcianos prosiguen su búsqueda de vida inteligente en el planeta Tierra”.



Acciones de Globalízate: “Las asociaciones Globalízate, Sierra Oeste Desarrollo S.O.S.tenible y ARBA han solicitado por escrito a la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) la limpieza del fondo del embalse de San Juan una vez que la liberación de aguas para riego ha dejado al descubierto gran cantidad de basura en el fondo del embalse.”

Jan Joost, Director de FONDAD, Forum on Debt and Development, se hace varias preguntas sobre la escasa calidad democrática de las instituciones europeas en el caso de la deuda griega.

¿Lo hacen para matar cualquier esperanza de que otra Europa (diferente de la que conforman todos los días) sea posible?




domingo, 25 de octubre de 2015

Taller del bremen: narrador cinematográfico

[Pues sí, hemos tenido que trabajar el narrador cinematográfico: ese narrador que lo ve todo y lo oye todo, pero no es omnisciente, no es dios, y no sabe lo que piensan y sienten los personajes, a no ser que ellos lo digan en voz alta].

Nunca estuve allí

—Lo importante es que nadie pueda saber que hemos estado allí, lo mismo si no pasa nada que si pasa algo. Me preocupan los socios peligrosos de mi amigo. Mala gente. Será mucho mejor para ti y para mí que nadie pueda situarnos en la zona. Ni en menos de 100 millas a la redonda —le dijo Lou a su amigo Jammie en la llamada telefónica con la que le convocó a la cita. Fue la única frase en la que le daba a entender que había peligro, y que podía ayudarle o no.

Cuando Lou se acerca al punto kilométrico de la carretera en el que ha quedado con Jammie, reduce la velocidad  y lo ve salir del bosque. Detiene la furgoneta Ford de trabajo que le prestaron y su amigo indio sube a ella. Reanuda enseguida la marcha. Han de salir de la carretera terciaria sin ser vistos, tomar un camino de tierra para entrar en el bosque, aparcar y ocultar la furgoneta, subir la montaña por el lado este para descender al valle que está en su lado oeste; y explorar la pendiente y el camino de ese lado donde se va a producir el encuentro.
En el coche, Lou ya le puede contar el plan. Por lo que le dijo por teléfono, los dos llevan comida y agua, cada uno en su mochila, para no tener que parar a comprar nada. Y Lou lleva unas garrafas de gasolina en el portamaletas, para no tener que entrar en una gasolinera. Que lo más que pueda decir un testigo es que vio una furgoneta sucia en la que viajaban un blanco y un indio. No importa que alguien, por cualquier razón, se acuerde de la matrícula, porque es falsa. Lou se preocupó de cambiarla. Los dos son desconocidos en la zona.
Pero la zona no es desconocida mentalmente para ellos.  En cuanto hablaron, 24 horas antes, cada uno buscó en una biblioteca pública mapas detallados de la montaña y los valles, de los caminos, alturas, rasgos geográficos. Lo memorizaron todo. Eran expertos. Habían dedicado tres vacaciones universitarias de Lou, después de conocerse por casualidad al inicio de un verano, a vivir en bosques y zonas montañosas, practicando las artes que Jammie había heredado de sus antepasados. Y cuando Lou abandonó los estudios, estuvieron casi un año haciendo lo mismo: vivir en los bosques y bajar de las montañas solo para hacer un trabajo temporal con el que comprar lo necesario para regresar a la naturaleza. Siempre se habían comportado como hermanos, incluso en los largos períodos en que no se veían. Y estaban orgullosos de que los dos supieran practicar las costumbres de los antepasados de Jammie. Podían recorrer los bosques sin que ningún ser humano que estuviera cerca, y que ellos ya habían detectado, se diera cuenta de su presencia. Incluso practicaron, en ese año completo, el modo de moverse de forma que los animales de tierra y las aves, aunque sin duda sabían de su presencia, no sintieran inquietud y no delataran su presencia con sus ruidos.

Falta un día para el encuentro del Gordo con un socio no fiable con el que, según le ha contado a Lou en la visita que le ha hecho poco antes, quiere romper toda relación porque no se fía del modo en que está creciendo, lo que conlleva un aumento del dinero y la violencia que El Gordo ni quiere ni puede manejar. Como siempre que está preocupado, ha visitado a Lou, que vive de pequeñas chapuzas, o de pedir un dólar en la calle de vez en cuándo, actualmente en el extrarradio de una ciudad fluvial. Muchas veces le ha dicho que lo considera su consigliero honorario, el que sabe pensar. Y bien barato, porque no acepta más de 100 o 150 dólares en billetes pequeños, sobre todo de un dólar y algunos de cinco. Lou se lo explicó la primera vez que, accidentalmente, lo ayudó: si nos vamos a ver de vez en cuando, la pasma lo sabrá y solo estaré a salvo si mi nivel de vida no crece. Es difícil pensar en mí como un mafioso si vivo en lo que se suele llamar una situación de pobreza.
Desde entonces se han visto muchas veces. Lou le ha dicho que lo considera su hermano y El Gordo sabe que tiene más hermanos en la vida itinerante que lleva: gente especial con vidas muy raras y conocimientos poco habituales. Son mis “hermanos-maestros”, le explicó Lou; los que me permiten profundizar en la vida y sus artes. El Gordo le ha visitado siempre que tiene problemas, porque la visión amplia del chico le ayuda a encontrar la solución. En algunos casos, muy pocos, Lou ha actuado en la puesta en práctica de esa solución, pero El Gordo se niega a que éste sea uno de esos casos. Esta vez es muy peligroso y no quiero meterte. Le cuenta cuándo, dónde y cómo van a tener la reunión, en la que El Gordo le va a pagar lo acordado por el último envío e incluso una prima adicional para compensar lo que va a dejar de mover para el socio en los próximos meses. Le dije que era lo justo, hasta que encontrara a otro que hiciera mi trabajo.
—Claro que es peligroso: el hecho de que sea el otro el que fije el sitio, el día y la hora ya lo es.
—No he podido evitarlo. Hemos actuado como llevamos haciéndolo cuatro años: es él quien fija los puntos de encuentro y las fechas. Si me hubiera negado esta vez, habría resultado más tenebroso.
—¿Dónde has aprendido la palabra “tenebroso”, en el cine? —le preguntó, echándose a reír—. En ese caso, es que sigues yendo a ver películas de adolescentes.
—Quizá por eso cuando tengo un problema lo tengo que hablar con un listillo juvenil como tú.
Lou había conseguido lo que quería, relajar el ambiente, antes de insistir.
—Al menos hazme caso en una cosa. Dices que os encontraréis los dos coches, que en uno irá él y el conductor; en el otro tú con el tuyo. Te va a engañar. No podrá ir en varios coches, porque tú recelarías y escaparías, pero puede llevar otros dos tíos detrás. Cuatro contra dos. Ya estás muerto.
—¿Se te ocurre algo?
—Lo primero, que me lleves a mí, me dejes en el bosque a 200 metros. Me basta conque reduzcas la velocidad; sin detenerte. Y que lleves otros dos tíos en los asientos de atrás. Así seremos cinco contra cuatro... a lo mejor contra cinco, pero la sorpresa del quinto hombre, yo corriendo a oscuras por el bosque, nos da la victoria.
—No vas a venir. Métetelo en la cabeza.
—Pues al menos que seáis cuatro. Si él ha preparado pelea, estaréis en mejor situación. Si no la ha preparado, se sorprenderá de que estando en mejor situación le sueltes la pasta y te vayas. Pensará que eres tonto, pero también que eres legal y no vas a ir contra él en un futuro.

Antes de dejar oculta la furgoneta en el bosque, Lou le ha contado a Jammie que está seguro de que el socio, además de ser cuatro a la vista, tendrá uno o dos tiradores ocultos en una pendiente cercana. No tiene otro sentido que la cita sea en un camino entre dos laderas montañosas. Añade que posiblemente hará una señal para que los tiradores ocultos hagan fuego, como rascarse la nuca o la nariz, algo que a los que lo ven les parezca normal, pero que nunca lo es en esas ocasiones. A esa señal los tiradores matarán a dos y los cuatro de abajo se encargarán de los otros dos. Le dice que está seguro de que el socio cuenta con que El Gordo vaya acompañado de tres hombres.
Con lo que cuenta Lou es con que los tiradores monten un escándalo en el bosque y los pájaros anuncien su presencia como si tuvieran un neón de metros de alto encima, le dice a Jammie. A nosotros no nos percibirán y nos situaremos a una distancia corta, a sus espaldas, responde Jammie.
Faltan 20 horas para la cita y recorren doscientos metros arriba y abajo, desde el punto acordado por el socio del Gordo, y hasta una altura de unos 60 metros metros, las dos pendientes que dan a ese punto. Cuando recuerdan prácticamente cada árbol, se sientan a compartir la comida de las mochilas. Beben la mitad del termo de café fuerte que lleva cada uno, como acostumbran. Repasan con menos detalle el camino y los lados bajos en pendiente, donde podría instalarse un francotirador.
Faltan 5 horas y se concentran en el punto de encuentro.
—Evidentemente éste es el sitio ideal. Pequeño, unos 50 metros de recta, que empieza dando el camino una curva a la izquierda y termina con otra curva en la misma dirección. Todo muy controlable. Según las instrucciones, El Gordo tiene que venir desde abajo, llegar al fin de la recta. Dar la vuelta al coche y esperar. Supongo que el socio hará lo mismo, pero quedándose en la dirección de la marcha.
—Y dará la vuelta y se irá por el mismo camino —contesta Jammie—. La salida por la otra dirección es mucho más larga y estará deseando largarse de aquí. Luego vendrá la brigada de limpieza.
Cada uno de ellos se bebe de un trago la última mitad de su termo de café. Las pupilas se ajustan, los músculos se ponen en tensión. El control de la respiración los vuelve precisos.

Una hora antes de la cita, llega un coche del que bajan dos hombres armados con un fusil con mira telescópica. Cada uno sube una pendiente y se dirige a un lado de la pendiente, a las dos plataformas con buena visibilidad, a 15 y a 20 metros de altura, que Lou y Jammie habían identificado como los puestos ideales. Los dos están ya detrás de un árbol grande, a cubierto, a dos saltos de distancia de donde deberían situarse los francotiradores, y no tienen que moverse porque habían acertado con exactitud en sus predicciones.
Llega el coche de El Gordo, sigue las instrucciones, cambiando la dirección del coche y encendiendo las luces largas. Se bajan los cuatro. Minutos después lo hace el del socio. Dejando las largas encendidas, se bajan también cuatro hombres. Se encuentran en el centro. El Gordo lleva el paquete con el dinero. Sonríe. También el socio sonríe y no menciona que los dos hayan incumplido la norma del número de asistentes. Con la mano derecha se ajusta el reloj de la muñeca izquierda, como si le presionara. Los dos tiradores tensan la postura, en posición de disparo. Dos cuchillos grandes recorren a la velocidad del rayo la distancia entre el árbol de atrás y la garganta de cada tirador. Por un instante, el grito de los heridos causa confusión abajo. Cada uno de los hombres que llevaban cuchillo coge el fusil del muerto antes de que toque al suelo y dispara, cada uno, contra uno de los hombres del socio. Solo queda éste y uno de los suyos, pero han sido sorprendidos y, en estos casos, la sorpresa retrasa la acción. Son los dos muertos siguientes.
Lou y Jammie dejan el fusil en el suelo y, con el cuchillo en la mano, se reúnen donde habían quedado, suben la pendiente oeste de la montaña, bajan por la contraria y se dirigen al coche. Cerca de él, Jammie mata un corzo y los dos lo desangran con los cuchillos. Meten el animal con los cuchillos manchados de sangre en el portamaletas. Se lavan las manos machadas de sangre humana con la sangre del corzo y se las limpian con unos trapos. Ningún policía que les pudiera parar se extrañaría de la sangre y en esa época la caza estaba permitida. Se suben a la furgoneta y Lou la arranca, para llevar a su casa a Jammie, a unos 400 kilómetros, tal como habían quedado. Cuando lleguen a una carretera general, ya podrán dejarse ver, comer en el bar de una gasolinera, lavarse las manos, presumir del corzo. Jammie le pasa un cigarrillo a Lou y los dos los encienden, con cara de placer.
—Joder —dice Lou—, cada vez llevo peor las situaciones de tensión largas en las que no puedo fumar.

—Que estuvieras allí con un amigo me salvó la vida —dijo El Gordo cuando le visitó cuatro días después, según lo acordado.
—Mételo en la cabeza: nunca estuve allí. Pero dime: ¿quedó todo bien limpio, como si unos boy-scouts hubieran recogido la basura del monte?
—Podrías comerte una chuleta que se te cayera al suelo sin problemas. Oye, esta vez me has ahorrado mucho dinero, me gustaría...

—Ni siquiera necesito los habituales cien pavos en billetes pequeños, porque por aquí la gente es muy amable y agradece bien que les ayudes en chapuzas, pero... tengo un buen amigo al que querría ayudar a reconstruir la cabaña en la que vive, que se está cayendo abajo ella sola. Voy a verle la semana que viene, me quedaré unas tres semanas, y dos mil dólares vendrían muy bien para los materiales. Si añadimos otros quinientos, hasta podremos darnos fiestas cuando al anochecer dejemos el trabajo.

viernes, 9 de octubre de 2015

En Rochelamort, pensar no es sexy (relato del Bremen)

Primer relato del nuevo curso del Taller Bremen



En Rochelamort, pensar no es sexy

La vaga impresión de que se trata de una especie
de invasión rápida que obliga a la gente a llevar
una vida completamente distinta, está ampliamente
extendida; con todo y con eso, el hecho se vive más bien
a la manera en que se experimenta una modificación
inexplicable del clima o de cualquier otro equilibrio natural,
modificación ante la cual la ignorancia solo sabe
 que no tiene nada que decir.

Guy Debord, 1988

Aquí no pasa que parezca que los muertos vivan y hablen como si estuvieran vivos. Esto no es Comala. Es Rochelamort, donde los vivos actúan y hablan como si ya estuvieran muertos; quizá desde que se cerró la mina que había llenado los valles de cientos, de miles, de trabajadores de sus profundidades. Bajaban a la oscuridad del pozo, donde era difícil hablar por la fatiga y por ese miedo difuso, de fondo, que debe producir la oscuridad apenas deshilachada por una pequeña luz en el casco. Pasaban allí la mayor parte del período de vigilia del día. ¿De qué iban a hablar, cuando salían a la luz? Frases hechas y repetidas que les parecían graciosas: mejor una frase contrastada, y de probada eficacia en el tiempo, que arriesgarse a... ¿a decir? No hablaban de la muerte allá abajo, ni de la muerte arriba por los pulmones que respiraban polvo. Los supervivientes son ancianos a los que nada les mata ya. Toman algún vino y caminan despacio pero incesantes durante kilómetros. Ellos ya no se van a morir (ya hemos quedado en que viven como muertos, así que morirse es difícil) pero son testigos de la muerte. ¿De qué van a hablar? ¿Es que han tenido alguna vez alguien que les escuchara, como condición necesaria para decir?
Me doy cuenta de que todo esto se lo estoy contando a una vaca que está al otro lado de la cerca y, cuando no tiene la cabeza agachada para comer hierba, me mira muy atenta; más interesada que los supervivientes que quedan en los valles (los hijos y nietos que no han muerto se han ido lejos). Las vacas te miran, pero no te dicen frases repetidas desde hace más de cien años. Son mi interlocutor ideal.

Los hijos o los nietos vuelven en verano cuando ya tienen una edad; normalmente con sus hijos, que disfrutan como locos hasta que tienen 12 años y empiezan a hurgar en otras cosas de la vida; pero desde los 14 ya no hay quienes los arrastren hasta allí. Entre los 15 y los 28 años, no vienen. La edad sexy no está representada y siempre falta algo: los escasos jóvenes que no han podido librarse de que los padres los lleven durante el verano deambulan por el pueblo, más que pasearlo; no tienen a quién desear llevarse a los bosques. Ellos deberían ser los que inflamaran de deseos el aire, pero su ausencia crea un estado anímico de bajas presiones que todos sufrimos.
Se lo digo a la vaca que le toca estar junto a la cerca y que nunca sé si es la misma a la que me sinceré en días anteriores: la ausencia de sexidad en Rochelamort hace que me dé cuenta de que el mundo, el de aquí y el de fuera, ha dejado de ser sexy para mí; una desgracia peor que otra cualquiera. ¿Dónde está el brillo? Ahora que ya no me correspondía esa atmósfera, ¿dónde están los que tendrían que inflamar el aire, si yo no puedo ya hacerlo?
—Te mientes —me dice la vaca.
¡Hostias!, digo. Sabe hablar. Y pensar correctamente. Me ha pillado.
—A mí no me engañas —continúa, como si me hubiera escuchado el último pensamiento. Después vuelve a callar para siempre, haciéndome dudar de que realmente hubiera hablado.

¿Cuánto hace que el mundo dejó de resultarme sexy? Primero se deja de ser sexy para el mundo: es una situación muy aceptable, que tranquiliza. Después viene lo peor, cuando nada ni nadie es sexy para ti.
Confundimos lo sexy con el sexo, y nos equivocamos. Cuando pasa la época en que Naturaleza nos anima a reproducirnos, el sexo es un arte sin más objetivo que él mismo. Lo sexy permanece como una atmósfera: provoca latidos, pulsos, en el cerebro y el corazón (no importa que ya no más abajo). Ayuda a vivir con pasión. (Sin ella, se sobrevive). Y hora, ¿qué hacer? ¿Sucumbir a las ganas de retirarme?
La vaca muge, el perro ladra, y provoca el ladrido de decenas de perros, el gato maúlla, subido a un manzano para ver bien a cualquier ratoncillo que corretee por la hierba, y la araña se arrastra por ser tan... no,  no “por”, sino “para” ajustar la rima.
Y yo me des-espero. Dejo de esperar. Ni siquiera los atardeceres rojizos de Madrid me parecen sexys. Ya no son un motivo para salir a verlos.

Entonces, yo: ¿qué hago?

jueves, 8 de octubre de 2015

Globalízate: primera actualización del curso 2015-2016

Me acostumbré, desde que era estudiante, a que el año empieza en enero, pero lo importante, el curso, lo hace en septiembre/octubre. Es cuando se retoman, a veces de modo titubeante, como sacudiéndose la pereza, aquellas actividades que, terminado el período de estudios que se te impone desde fuera, has elegido, las que te importan y haces porque quieres hacerlas, porque crees que debes hacerla. Aquí estamos, otra vez, los de Globalízate. Esta es la actualización de octubre (trabajada en septiembre).


ISDSy TIPP: Cómo moldear las leyes nacionales al gusto de las corporaciones

Ivanka Puigdueta Bartolomé
A mediados del pasado mes de septiembre la Comisión Europea presentó una propuesta de modificación del controvertido ISDS (Investor-State Dispute Settlement), el mecanismo de arbitraje entre estados e inversores que forma parte del TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones). Este mecanismo, pese a estar presente en casi todos los tratados de libre comercio que están en vigor en la actualidad, es uno de los puntos más polémicos en las negociaciones del TTIP y otros tratados comerciales internacionales. Pero, ¿por qué es así?

BjørnLomborg, ¿solo un científico con una opinión diferente?

Stefan Rahmstorf para Globalízate
Bjørn Lomborg es una personalidad bien conocida en los medios de comunicación que afirma que hay prioridades más importantes que la de reducir las emisiones para limitar el calentamiento global. En una reciente controversia centrada en él, el Gobierno australiano (conocido por su contradictoria posición sobre el cambio climático) ofreció a la University of Western Australia (UWA) 4 millones de dólares para que hicieran profesor a Lomborg: la UWA los aceptó en principio, pero después, tras las protestas del personal y los estudiantes, los rechazó. Rápidamente, el Gobierno australiano consideró una cuestión de "libertad de expresión" el que Lomborg tuviera un puesto universitario y prometió encontrar otra universidad para él. Sin embargo, la libertad de expresión no garantiza a todos una posición universitaria; para eso se necesitan también cualificaciones académicas.

Naomi Klein traslada al cine su activismo ecologista y antiglobal

(reproducido de El País)

Incluye el trailer del documental This changes everything, con guión de la autora de No Logo.
El Festival de Cine de Toronto ha servido de escenario para la nueva dimensión de la periodista, escritora y activista Naomi Klein: la de cineasta. "¿Puedo ser sincera? Siempre he odiado las películas sobre el cambio climático", confiesa Klein al principio del documental This Changes Everything (Esto lo cambia todo). "¿Qué ocurre con esos glaciares que desaparecen y esos osos polares desesperados que me hacen mirar a otro lado?". Quizá nos hemos aburrido de oír hablar del fin del mundo. O quizá es que no nos lo están contando bien. Ese es el punto de partida de This Changes Everything, el documental escrito por la autora de No logo y dirigido por el cineasta y marido de Klein, Avi Lewis.

Todo el planeta bate récords de calor... excepto un punto que pone enalerta a los científicos

(Reproducido de La Información)
El año 2015 ha marcado cifras récord de calor históricas en todo el planeta. En todo, excepto en un punto del globo, concretamente en el Atlántico Norte. Una anomalía que ha puesto en alerta a los científicos. Los últimos registros de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) muestran claras evidencias de la incidencia del calentamiento global. Sin embargo, un efecto aparentemente 'diferente' mantiene perplejos a los científicos, ya que al sur de Groenlandia e Islandia, en el Atlántico Norte, la superficie del océano ha registrado en los últimos meses una disminución de su temperatura.

Exxon sabía del cambio climático

(Reproducido de El Espectador)
Un nuevo secreto se escapó de los archivos de la Exxon Mobil, la mayor compañía petrolera del mundo. Gracias a una carta se supo que desde 1981 los científicos de la empresa ya habían advertido sobre el riesgo del cambio climático y los gases de efecto invernadero asociados a hidrocarburos. A pesar de ello la multinacional habría pagado durante 27 años a los negacionistas del cambio climático.

Y el próximo mes, más y mejor


martes, 8 de septiembre de 2015

Escalón 25 de Verónica y Nano

EL 25, ¡por fin! Una cuarta parte de 100, un librito en sí mismo, reposo y a por los 26-50.

Pero no, porque falta un remate, bajo el título general de Rellano entre el primer y el segundo piso. Entonces sí que la primera parte estará terminada. Con el descansillo o rellano que hace de cierre y de paso al futuro.

Como es costumbre, el conjunto completo de imagen y texto se ve en el blog de Verónica, en http://lamuertedelespejo.blogspot.com.es/2015/09/l100e-veinticinco.html. Ahí se puede comentar.

Para ver los 25, en orden inverso, clicad AQUÍ.




Fe y señal de que ya he vuelto




No todo iba a ser triscar por el monte. Largas dosis de sofá, leyendo o pensando en las musarañas fumando un cigarrito formaron parte del Contrato Rural.

sábado, 18 de julio de 2015

Pallaksch, pallaksch: de lo razonable (negado) al grito, del grito (no escuchado) al balbuceo

Lo razonable

Alemania, en 1945, tuvo que aceptar su deuda con los países ocupados no solo por destrucciones no justificadas por la guerra, sino también por los créditos a Alemania que había obligado a hacer a los países ocupados. No podía salir de la ruina por el pago de esa deuda y los intereses. Una Europa razonable decidió que había que dejar que el país creciera y los países acreedores aceptaron, en las conversaciones de París de 1953-1954, una quita de más del 60% da la deuda. En la foto, el representante griego firma la aceptación de esa quita de la deuda de Alemania con Grecia.





El grito

No hay cifras exactas de las muertes violentas en la República Democrática del Congo. Para el período de 1998-2003, se estiman en cuatro millones; después, las cifras se elevan a ocho o diez. Los grupos militares y paramilitares enfrentados se valen del terror para anular y esclavizar a los civiles: la violación y asesinato de las mujeres, el asesinato de los niños, extiende ese terror y potencia su poder. Ni ellas ni los niños pequeños sirven para ser esclavos en las minas: sólo son una moneda de cambio, la moneda de la imposición del terror sobre la mayoría de los habitantes, quienes no están implicados en la guerra y el pillaje y, precisamente por ser inocentes, se convierten en víctimas.

¿Qué desgracia pesa sobre ellos para que tal cosa se haya producido, se esté produciendo? La riqueza de minerales que codician los occidentales: oro, diamantes, cobalto, cobre y... coltán, imprescindible para el funcionamiento de nuestros smartphones, que no solo usamos para comunicarnos, sino que caemos en la influencia de las grandes corporaciones que los producen y cambiamos de dispositivo cada año, para tener otro que admite alguna aplicación más, o es más bonito, o.... Su producción y venta es masiva, y necesitan mucho coltán. De alguna manera, ese coltán sale de Colombia y, mayoritariamente, del Congo. De alguna manera oscura (no hay otra forma de conseguirlo y nuestras corporaciones “lo necesitan” para hacer negocios). Nuestras grandes empresas no se dan por enteradas del modo en que les llega el coltán y fabrican nuevos y más nuevos smarthphones con los que sube su cotización en los Mercados. Nos los anuncian con jóvenes hombres y mujeres hermosas, sonrientes, resplandecientes, limpios. El dinero llega, así, a esos grupos militares y con él, además de enriquecer a sus jefes, compran a Occidente las armas que necesitan para proseguir su negocio, que es la guerra. De alguna manera oscura. De alguna manera. Ningún país “civilizado” les vende abiertamente, pero las armas que fabricamos sí les llegan, están ahí, disparando, hiriendo, a civiles, permitiendo las violaciones para solaz de los soldados, los asesinatos de mujeres y niños pequeños para ejercer el terror, para que los que pueden trabajar en las minas acepten “la oferta que no pueden rechazar”: ser mineros esclavos.

Caddy Adzuba, reciente ganadora del III Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 por su labor como activista y periodista que defiende los derechos de las mujeres, acaba de hablar en los cursos de verano que la Universidad Complutense realiza en El Escorial.

Y estas son algunas de las frases que ha dicho (gritado):

"Nosotras morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones"
“Violar no es sólo forzar a una mujer a tener relaciones sexuales, es un feminicidio”
“¿Quién es el salvaje, el que comete los crímenes o quienes les dan las armas? Nosotros morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones”, señalaba con el dedo la periodista a la gente de la sala. “Las mujeres mueren a cada segundo y son violadas por culpa del progreso tecnológico”. 

Según cuenta la congoleña, el coltán que procede de su país y de Colombia hace que empresas multinacionales estén interesadas, financien las armas y provoquen situaciones de guerra. “No es una guerra africana, son los europeos y americanos los que están matando a los africanos”


El balbuceo


Chantal Maillard ha sacado este poemario que veis en la ilustración. El anterior, que yo sepa, fue Matar a Platón, en 2004, premio nacional de poesía. Aquí el lenguaje es sometido a todo tipo de torsiones y aplastamientos. Quiero decir con esto que quienes no la habéis leído no empecéis por éste, mejor vais al de 2004 o a los centrados en India, donde vivió muchos años. También son imprescindibles.

Lo he leído con la admiración y estremecimiento con que siempre lo hago con ella (con admiración siempre, sus ensayos de estética). Y en la parte final, Balbuceos, me he llevado una sorpresa: abandona el ahondamiento con un lenguaje difícil (a primera vista) para escribir de otra cosa y hacerlo de manera que se entiendan a la primera sus palabras. Escribe sobre el “balbuceo” como casi lo único que nos queda ante lo que contemplamos en el mundo. Como une persona conmocionada por lo que ve en el mundo, quedándose sin palabras... al menos sin las palabras a las que nos tenía acostumbrados en esa investigación a muerte de sí misma.

En el primero de los textos de esta parte cuenta una historia de los últimos días en libertad de Friedrich Nietzsche, cuando una noche fría sale y ve que un caballo se desploma y el cochero lo hiere a latigazos. «El filósofo corre hacia él, se abraza a su cuello y, llorando, le pide perdón en nombre de la humanidad». Termina el texto con estas palabras: «La Historia considera este episodio como uno de los síntomas de su locura».

En el segundo de los textos, cuenta la historia de Friedrich Hölderlin, recluido en un torreón, quien cuando le preguntaban algo contestaba invariablemente “Pallaksch, pallaksch”, una expresión con la que se remeda el balbuceo de los niños pequeños. Luego, siguiendo con la prosa que cuenta con sencillez, este mismo texto deriva en poema (plenamente inteligible):

«Era un mes de enero cuando los altos mandos de las SS se reunieron en Tubinga para decretar el exterminio del pueblo judío. Hay épocas, en efecto, en que la boca de un sabio no podría sino balbucir. Pero

¿y en qué época no? ¿La historia de la humanidad no es acaso entera, desde sus inicios, la historia de un crimen? Las naciones europeas no cesan de recordarse mutuamente el holocausto judío, pero ¿fue este el único? ¿En qué ciudad se decretó el genocidio de Namibia (1904-1908)? ¿En qué mes el de Armenia (1015-1923), el de Ucrania (1929), el de España (1936-1975), el de la Franja de Gaza?  ¿Los recordamos?

[...]

Si viniera,
si una mujer viniera, ahora,
si una mujer viniera al mundo con
la espiga de la luz de
las matriarcas: debería
si hablara de este
tiempo
debería
tan sólo balbucir, balbucir
y así tal vez
tal vez así
asíasí
tal vez»

Y en otro poema dice:

«Vago por el mundo dejando un rastro de gritos. Cada saludo un grito, cada sonrisa un grito. Mi sonrisa oculta el primer grito del mundo, el mismo, aquel que brota en el final, cuando ya nada importa.

[...]

Sigo alimentándome tan sólo para poder decir el exceso.
A contra-vida.
Abajo.

Y a nadie que esté vivo ha de importarle lo que digo.
No es más que un murmullo soterrado, apenas inquietante».

En otro poema, tras citar los campos de internamiento que existen, que AHORA existen, añade este final:

«Mientras tanto Europa, la esclarecida Europa,
duerme como aquel monje su sueño de
trescientos años, oyendo cantar a un pájaro.
Otros pájaros, oscuros, habrán de despertarla».

Y en otro poema el primer verso es:

«No nos enseñaron a desconfiar de los buenos».

Y esta parte del libro, tan diferente del resto, termina con este verso:

«Hallar un pueblo sabio. Desear salvar la tierra si tan sólo se hallase uno».

*****

(No me parece que de esto se pueda decirnada, más allá del balbucir, así que quito la opción de admitir comentarios).



miércoles, 8 de julio de 2015

In-Posturas (Bremen)

[con este taller, que tenía como tema "las imposturas", nos hemos dado fraternalmente las vacaciones]



In-Posturas

Amar es dar lo que no se tiene
a quien no es.

Platón

      (Este relato se ha escrito escuchando siempre streams de
 Les Inspecteurs, https://soundcloud.com/les_inspecteurs, así que
 en cierta medida ellos son responsable del estilo)


Tras leer esta frase de El banquete, devuelta a la literalidad por Lacan en 1961, María se levanta de la butaca, se sienta en la pequeña mesa circular en la que le es más cómodo apoyar las revistas y los libros de tamaño grande (que suelen ser catálogos de arte), sobre la que despliega y organiza las cartas de los bancos (facturas) y las fotos antiguas (que reordena con cuidado pero luego siempre vuelven a desordenarse en el cajón) y escribe notas de todo tipo, en la que tiene una grapadora grande y otra pequeña (que no usa desde que se terminó la primera carga de grapas, porque le resultaba un infierno de potencia muscular grapar más de tres hojas), una regla de plástico transparente para subrayar recto, sacapuntas y todo tipo de lápices, bolígrafos y rotuladores de varios colores, y una pluma. Torciendo los labios como una escolar, pero sin llegar a sacar la punta de la lengua por una esquina, encierra la frase que le llevó a interrumpir la lectura con  un rectángulo de color verde, envuelto en otro de color rojo y, finalmente, en uno de color azul. Prácticamente, las líneas de arriba y de abajo han quedado ilegibles, pero no le importa prescindir de ellas a cambio de resaltar ese carbón convertido en diamante por la presión insoportablemente alta de la vida. Vuelve a la butaca, mira a Paco y sonríe.

María no está tan loca como podría parecer por lo anterior. Es sabia y ha hecho las paces con la amargura de que las situaciones no sean tan interesantes como las pintaban; y de que desde luego los actores, ella incluida, no sean tan veraces como pretendieron. Mira a Paco, que hace a deshoras la parte supuesta de su 50% de las tareas domésticas, aunque no llega nunca al 30% y lo hace mal. “A deshoras” quiere decir exactamente lo que dice: cuando a ella le gustaría que la casa estuviera ya en paz y armonía; “lo hace mal” significa que lo deja en un estado que a ella le incomoda: o acepta la inquietud que eso le produce o añade más trabajo a su 50% (en realidad, a su 70%) para sentirse a gusto. En cambio, en cuanto a esfuerzo, indebida concentración, fruncimiento del entrecejo y resoplidos y juramentos, acepta que Paco ejecuta su ineficiencia con mayor entrega que ella: en resultados, María le pondría un Tres (-), pero en voluntad tendría que darle matrícula de honor. De boca para fuera, los dos cumplen sin más comentarios lo pactado, porque la paz domestica exige la impostura. Y no solo en eso.

A María le gusta —y hasta lo ha escrito en algún lugar, sin miedo a que Paco lo lea, lo mismo que él no tiene el menor temor de que sin que él se lo pida ella vaya a leer lo que él escribe y deja por todas partes, en su dispersa colección de hojas sueltas y blocs nunca terminados— mirar en el espejo amplificador las áreas que anuncian que allí aparecerán las arrugas. No le preocupa, porque le atraen en los demás cuando la edad de tenerlas ha llegado. Físicamente, lo que sí le inquieta es notar a veces una disminución de la elasticidad y la humedad en la vagina, precisamente en los momentos en los que esa es una palabra inadecuada porque se ha convertido en coño. Sabe que está, y se ve y siente así, en una época de maduración y crecimiento de su belleza. Le quedan años de esplendor. Pero no le gusta esa insinuación de pérdida por la parte del coño. Paco bromea y le dice que está un poco loca y que si no frena esas fantasías va a tener una vejez espantosa. Tampoco tu polla es la de antes, le responde con la mirada fija de asesina que a él tanto le enternece.
No tienen problemas para hablar de esas cosas, ni en la forma ni en el fondo. Han sido valientes, coherentes diría la parte más insufrible de Paco, y decidieron hace tiempo que podrían salir solos por la noche, asumiendo riesgos, que il faut bien que le corps exulte que cantaba Jacques Brel, siempre que no, nunca, ¡jamás! se hablara de ello. Salían porque querían salir. Si regresaban a casa a ducharse y cambiarse de ropa para ir al trabajo, habían salido. ¿Tú has dormido bien?, porque yo voy a tener una resaca del carajo; y ya está. Sin contar historias de disimulo (no evidenciar la verdad con la mentira era la cláusula de gramática profunda que habían acordado). La otra norma, la esencial, era avisar si se hacía tres veces con la misma persona; tener el valor de poner el cartelito de Aviso, Peligro. Pero como cada uno de ellos la había incumplido alguna vez, muy pocas, y no había pasado nada, ¿qué importaba que fueran ocho o diez las ocasiones en que se dejaban atraer por un vértigo si este pasaba rápidamente y volvían donde estaban, tan a gusto los dos? ¿Cómo era eso del ciego y el niño compartiendo un racimo de uvas, y que el ciego le pega porque no decía nada de que él comiera las uvas de dos en dos, porque era la señal de que él, el niño, las comía de tres en tres? No importaba el número de uvas, porque cada uno había experimentado por sí mismo que el racimo de fuera era infinitamente más pequeño y deslucido que la vid de casa.
Las mentiras se aceptaban con mayor facilidad año a año, mes a mes. Sin mencionarlas ni discutirlas. De eso es de lo que escribió Platón. ¿Dónde estaban el superhéroe y la superheroína de las palabras del principio? Quizá en quererse como se quiere a un gato; tanto, que si este se fuera por los tejados y no volviese la infelicidad ocuparía todos los espacios libres que el otro había dejado. ¿No? Estaba en cómo se ensalivaban el cuerpo: faltaba la sorpresa, pero estaba el oficio del pintor japonés que dedica años a reproducir el mismo árbol o lago o montaña. ¿No? Estaba en que es la vida, y no la muerte como en el título de película, la que tiene un precio. ¿No?
Tras dejar el libro en esa frase de Platón leída en un escrito de Lacan, María ya no puede dejar de pensar; como el que carraspea sin parar porque no quiere toser. O hace algo distinto o va a terminar deprimiéndose.

—Anda, Paquito, cariño. Déjalo ya, que está todo bien.
—Como me llames Paquito, te llamo Marita —le respondió mostrando su nivel de cabreo por haber dejado para la tarde del viernes lo que no hizo entre el lunes y jueves—. Pero tienes razón, ya está todo de ponerse gafas de sol antibrillo.
—Sácame por ahí, anda. Sá-ca-me. Como si fuera una mujer necesitada.
—¿Lo eres ahora?
—Lo soy. Por eso no quiero que salgamos, quiero que “me” saques. A beber por ahí y cuando cierren los bares, a bailar. Y después a afterhourear, si te queda fuelle.
—Y, ¿a cenar algo no?
—Joder con los tíos. Si no hay comida no hay fiesta.
—Pues ponte guapa. Irradia. Y la ropa interior, de infarto. Quiero que todos los tíos me envidien.
—Ellos no van a verla.
—Pero tú y yo sabemos que la llevas. Lo notarán en nuestra mirada y lo sabrán.
—Pues, ¡en marcha! En media hora, duchados y de película.

El espectáculo es la vía para los momentos de fuga, confirma para sí mismo Paco. Que la tragedia de la juventud extrema se repitiera como comedia no era culpa de ellos, ¿no? Paco se da cuenta de que está que se sale repitiendo frases hechas; seguro que han sido los vapores de los flit y los espray y los dispensadores esos de mierda que tengo que utilizar para dar brillo. En su media hora le sobraba tiempo para tomarse un bocadillo y dos cervezas. Vestirse no era un problema porque lo hacía con descuido. Eso le hacía ganar tiempo.
María ya le había dicho que no, mentirosillo, que no es que no te importe gustar o no, que lo que pasa es que es tu modo de gustar, ese aparentar que no te importa y eres así de natural. Y a algunas mujeres maternales pero sin hijo eso nos parece encantador. ¡Qué jodía! Y también es mi modo de reconocer, para mí mismo, que no tengo ni puta idea de cómo debería vestirme; ni ganas de aprenderlo. Por no mencionar que mientras tú te enguapeces, pongo música de reggae, me como un bocadillo y me bebo dos cervezas.





miércoles, 1 de julio de 2015

"Ojo, que las urnas son peligrosas" o “No te equivoques por mí, que prefiero equivocarme yo solo”, o “La Pesadilla de Muchas Noches de Verano”


Elegid vuestro título favorito, de entre los tres propuestos, para esta Tragedia. Una democracia para el pueblo, pero sin el pueblo, es mucho más cómoda de dirigir, qué duda cabe.

Isabel García Tejerina, ministra española de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, ha dicho en una entrevista para Antena 3 una frase contundente: "ojo, que las urnas son peligrosas". Lo ha dicho como el que inventa la rueda y descubre la penicilina de una sola tacada. Por otra parte hay que agradecerle a alguien que se dedica a la política un ataque de sinceridad, cuando nos tienen acostumbrados a decir palabras grandilocuentes (Democracia, Nación, Patria, Pueblo) cuyos significados se nos hurtan o nos venden congelados, como si fueran auténticos, como platos precocinados que solo coinciden en el nombre con el plato tradicional cocinado por nosotros con paciencia, cuidado e ingredientes bien elegidos.

Estoy de acuerdo con Usted, Ministra, y le agradezco su sinceridad: las urnas son peligrosas. Pero es lo que tiene la Democracia: cuanto más se consulte al pueblo (o la “multitud”) en las cuestiones más fundamentales, más se profundiza y se hace real. No consultarlo, dejar que nos conduzcan instituciones no democráticas, como el FMI, puede tener, como hemos visto demasiadas veces, peligros todavía mayores no para el Pueblo (palabra sagrada y grandilocuente que ha sido vaciada de contenido innumerables veces desde todas las orientaciones políticas), sino para la vida de la suma de todos los ciudadanos contados de uno en uno. Es decir, es peligroso (o no) para mí y los míos, y para ti y los tuyos.

Y contados de uno en uno, no somos “pueblo”, sino “multitud”, término que en la época de la creación de los Estados Centrales proponía Spinoza como eje, frente a Hobbes. Spinoza, como casi siempre, perdió. Y con él, como casi siempre, perdimos ese nosotros al que no se nos puede poner delante una bandera como símbolo de “todos”: o sea, yo y los míos y tú y los tuyos. Me repito: sí, eso es, lo has entendido bien, “tú” eres tú, el que está leyendo esto.

Con respecto a lo peligroso de que elijan unos pocos, por encima del peligro de que elijamos todos, basta este parrafito que escribe el premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz:

« Los resultados económicos del programa que la troika impuso a Grecia hace cinco años han sido terribles, con un descenso del 25% del PIB nacional. La tasa de desempleo juvenil alcanza ya el 60%. No se me ocurre ninguna otra depresión en la historia que haya sido tan deliberada y haya tenido consecuencias tan catastróficas.»

El artículo entero lo tenéis aquí, por si os interesa el tema griego actual:


Pero ojo, que este post no va sobre la deuda griega y posiblemente no responderé a los comentarios que hagáis sobre ésta. Ya bastante dan la tabarra los Medios de Incomunicación. Este post va exactamente sobre la peligrosa desviación de los demócratas que tienen miedo a que los ciudadanos expresemos nuestra voluntad con respecto a todos los temas importantes, prefiriendo que sean los “supuestos” técnicos los que, en camarillas en penumbra, decidan. Ese es el tema, amiguitos. Y entenderé que no todos estéis de acuerdo y queráis expresarlo.



miércoles, 24 de junio de 2015

Quimera y el dossier sobre Jaime Gil de Biedma



En toda casa en la que vive una pareja se producen enfrentamientos, escaramuzas, luchas y guerras (limpias o, a veces, sucias). Una de mis guerras ha sido (fue) por mis revistas de literatura, Parafraseando a la madre de un Woody Allen niño en una de sus películas, “De acuerdo, el Universo se expande, pero tú vives en tu casa y tu casa no se expande”, me venía a decir mi contraparte. De modo que mi decisión de conservar esas revistas, para mí más preciosas casi que los libros, que son más fáciles de reencontrar, me obligó a ser altanero, fiero, contumaz y barriobajero. Pero me mantuve firme hasta que ella tuvo la feliz idea de trasladarlas a la casa de la montaña, donde no molestan y las tengo fácilmente a mi alcance (en la casa de Madrid, por mantenerlas a salvo, las tenía en los sitios menos propicios y de más difícil disponibilidad instantánea). Ahora, cuando estoy ahí, no hay noche, salvo cuando he bebido más que caminado casi en la oscuridad, que no elija una para irme a la cama. Lo que en otro tiempo representaron, el temblor del conocimiento primerizo de la literatura y los literatos, la información sobre los libros que ¡tenía que conseguir leer!, ahora, a veces decenios después de que se editaran, se ha convertido en la más rabiosa actualidad de lo eterno de la literatura. Mis preferidas eran Quimera y El urogallo,  (Barcelona y Madrid). Infelizmente desaparecida la segunda.

Hablaré de Quimera, pues escribo esto por el número (¡el 379!) de junio de 2015, que incluye un dossier sobre Jaime Gil. Tuvo, esta revista, una época fantástica que me marcaba todo aquello que me podía interesar (y que luego leía y me interesaba). Podías vivir en cualquier parte de España, una ciudad grande o un pueblo minúsculo, pero Quimera y El urogallo te situaban en el Centro del Tablero del Juego. En épocas más recientes, se hizo más moderna y empezó a parecerme un boletín pueblerino, que ya no me producía el menor interés, por lo que dejé de leerla (primero) y de comprarla (después). Desde hace muy pocos años ha cambiado y ha vuelto a serme necesaria... ya no con ese temblor del “descubrimiento” que te pone los ojos como platos; pero la culpa supongo que no es de la revista, sino de que me cuesta ya mucho temblar. Lo que es cierto es que Quimera ha vuelto a ser necesaria.

En este dossier hay una entrevista imprescindible con Carme Riera, una de las personas que más ha escrito y más sabe sobre la Escuela de Barcelona, a la que Jaime Gil fue incorporado (me encanta que varias veces le llame Jaime Gil, a secas). Es como un resumen de lo muchísimo que Carme sabe sobre el asunto, como un índice expandido de los temas que ella misma ha tratado por extenso, pero imprescindible bien como recuerdo o bien como propuesta.

La entrevista, que va seguida de excelentes artículos sobre Jaime, vale por sí misma, no solo por ser ese índice expandido, por todos los recuerdos fugaces y pequeños sobre Jaime y sobre la Escuela de Barcelona, con anécdotas que le dan vida.

«Se podría decir que las influencias extranjeras del grupo de Barcelona se dividen en: anglosajonas (a través de Jaime Gil de Biedma), alemanas (a través de Carlos Barral, que incluso tradujo a Rilke) e italianas (a través de José Agustín Goytisolo). Este último incluso llegó a traer a Pasolini a Barcelona. Tuvo que dar la charla, por cierto, en la sala de disección del Hospital Clínico, porque no les dejaron otro espacio.»

Ahora que estoy viendo en YouTube, con una imagen de calidad horrorosa, viejas películas de Pasolini, que estoy leyendo su poesía (la edición bilingüe de su obra poética de 1957 a 1971) y también sus Scritti corsari, me parece que la casualidad llevó a dar la conferencia en el lugar más adecuado.

Es imprescindible cómo describe en muy pocas palabras uno de los rasgos más importantes de Jaime (también otros pero copio lo que dice sobre este):

«Él trabaja con la teoría de la creación de un poema en el que el sujeto poético sea y no sea el autor; ese es un juego que él domina muy bien, porque en muchos de sus poemas Jaime Gil el sujeto poético es el propio Jaime Gil  --él mismo contaba que en el poema en el que vuelve a casa y se mira en el espejo, el espejo realmente existe y él se reflejaba al entrar y, si había bebido demasiado, hasta se lo podía reprochar a su imagen-- pero no como sí mismo, sino como un sujeto poético autónomo de la propia biografía del autor.»

Los poetontos como yo, que aprendimos eso hasta que se nos pegó en la piel y a veces subimos un texto a ese blog que no sé bien porqué tenemos, cuando en los comentarios se hace referencia a lo puesto como si fuera la biografía de quien tiene el número de DNI que tenemos, en lugar de algo que le sucede al sujeto poético de nuestro mismo nombre, sólo podemos pensar un "tierra trágame".

Daos prisa en conseguir este ejemplar. El 1 de julio, Quimera presentará (supongo que como siempre) el número doble de julio-agosto, con lo que este número precioso, el 379, desaparecerá de los quioscos y librerías. Encontrarlo será ya más difícil.

lunes, 15 de junio de 2015

Un mal chiste lo tiene cualquiera


Y si se ha producido en un entorno social amplificado por los medios se convierte en noticia de actualidad y puede, y debe, ser analizado y discutido, lo mismo que cualquier otra noticia o declaración, teniendo las consecuencias que deba tener. Un chiste o, lo que es más frecuente, una opinión o gracieta. Dependerá de quién lo dice, cuándo, cómo y dónde. Normalmente, no pasará de un rechazo social momentáneo, aunque podría llegar a los tribunales si hay delito. No es mi proósito iniciar una Ética y Estética del Chiste.

Pero escarbar en la Antigüedad, y para los tiempos de los Medios de Comunicación la Antigüedad empieza a correr hacia atrás desde hace una semana, es como abrir la caja de los truenos, de la que te pueden caer merecidos chuzos de punta.

En 1971, Manuel Fraga Iribarne, fundador de Alianza Popular, que se reconvertiría en el PP actual, dijo estas palabras en su pregón de la Semana Santa de Zamora:

«La lección terrible de la Semana Santa debe ser nuevamente revalorizada, asimilada. Los judíos prefirieron la injusticia al desorden, el inmovilismo a la esperanza y el milagro, el egoísmo a la caridad. Aún no han terminado de expiar la sangre caída sobre ellos y sobre sus hijos

Ver enlace a la frase AQUÍ.


Creo que esto sí es antisemitismo real y profundo, 

Y es Presidente de Honor Vitalicio del PP.

¿No debería la líder de la Oposición del Ayuntamiento de Madrid, que es también la Presidenta del Partido Popular madrileño, ir corriendo a su Sede para pedir que de inmediato se le desprovea de ese honor?

O mejor todavía, ¿no deberíamos todos dejarnos de imbecilidades, pero sobre todo nuestros políticos?


Para desgracia de quienes andan buscando una paja en ojo ajeno, la Hemeroteca esta repleta de vigas que se tienen en el propio.