Hace unas semanas recibí esta reflexión de un amigo, dirigida a varios amigos. La hago pública aquí, porque encuentro en ella más verdad que en los análisis que nos cuentan los medios. Se centra en el núcleo, no en el análisis particular de cada movimiento.
«Ante el panorama político-económico en el que estamos inmersos en estos países del Mediterráneo europeo, conviene recordar que las medidas que nos están imponiendo no son en absoluto novedosas. Son sospechosamente parecidas a las que vienen aplicando el FMI y el BM desde hace décadas en los países que llamamos "subdesarrollados", para garantizar que lo sigan siendo y que se mantenga el intercambio económico desigual que posibilita la riqueza de los "desarrollados". En mi interpretación, la novedad de la situación actual es que el mundo está ahora llegando a los límites del crecimiento, lo que significa que la cantidad de ricos que puede mantener está comenzando a disminuir. Como resultado, comienzan a sobrar países en el club de los privilegiados, así que toca aplicar en la periferia del Norte las técnicas de asfixia que antes se reservaban a la periferia mundial. Los que está en el poder saben que, aunque pregonen el crecimiento, ya sólo queda decrecer, así que su estrategia para mantener sus privilegios consiste en empobrecer a los países más débiles, y a los sectores más débiles dentro de cada país. Los que estamos abajo debemos ser conscientes de esta realidad. Debemos saber que nos enfrentamos a un panorama de recursos siempre decrecientes, pero debemos ser capaces de imaginar, reivindicar y (no tengamos miedo de ello) implementar por nuestra cuenta alternativas a este desmantelamiento de los derechos sociales (de la dignidad, al fin y al cabo) en favor de los poderosos que estamos padeciendo.»
Ha corrido por los Medios estos dos días la historia (que según la costumbre desaparecerá de la memoria en otros dos días) de Peter Doyle, analista senior del FMI, que ha abandonado la Organización avergonzado de los fracasos de esta. Los que tenemos memoria para estas cosas, recordamos a Stiglitz, premio Nóbel de economía y primer vicepresidente y economista jefe del BM en 1997-2000, del que fue honrosamente expulsado por el Secretario del Tesoro Summers porque era una mosca cojonera: dado que con datos sólidos se oponía a la manera en que se hacía la globalización y luchó para que no se impusiera a Rusia la “ortodoxia de la casa”, las reuniones con él debían ser una pesadilla.
Pero esto son anécdotas personales estadísticamente despreciables. Es algo “anecdótico”.
Mi idea central es que, contra lo que se dice, FMI y BM no han fracasado, sino que han cumplido a la perfección la expulsión del sistema de los países que ha hecho falta expulsar, reduciéndolos a monos titi con correa, mediante una aplicación de la ortodoxia creada para eso: para permitir la concentración de capitales cada vez en menos manos. Nada nuevo: el bisabuelo Karl ya hablaba de ello. Esto no es “anecdótico”, sino parte de un sistema creado para conseguir esos fines.
No es anecdótico saber que cada vez que dicen “no nos gusta hacer esto, pero es la única manera de salir de la crisis”, alguien les ha arreado un tirón en la correa que llevan al cuello y hay que leer “es la única manera de profundizar en el trasvase de nuestro dinero a los mercados”. Esto no es “anecdótico”.
El método consiste en “inundar” un país de crédito fácil (¿os suena eso?) produciendo una expansión de la que cualquier dictador latino, asiático o africano, o cualquier europeo megalómano, se sienten orgullosos de aceptar con la premisa “el milagro soy yo”. Se presta a manos llenas a particulares, pero sobre todo a Gobiernos de todo tipo, que se dedican a obras faraónicas e innecesarias, con un dinero que va por cañerías con más agujeros que un colador viejo. Gran parte del dinero “que se cuela” va a parar a los bolsillos de grupos financieros y de esos políticos (normalmente, asociados en grupos que el Código legal tipifica como “mafiosos”). No os molesto con ejemplos, pero... a modo de “aprender deleitándose”, seguid un poco la pista del yerno de Aznar, hace años un mindundi y ahora socio de la cadena “Billionaires”. La corrupción generalizada, siento decirlo, es “anecdótica”; aunque no estaría mal, ahora que estamos a tiempo, presionar para que se empezara a juzgar de verdad a los estafadores.
La idea (como en el timo de los boletos de lotería premiados que llevaba un tonto en las inmediaciones de la estación de Atocha, donde se bajaban los tipos con boina dispuestos a comprárselos por “casi nada”, para que no se los robaran al pobre) es la básica en todos los timos y estafas del mundo: que la ambición permita creerse que eso es para “siempre”.
De pronto, se cierra el grifo: ya no hay créditos para pagar créditos que vencen, el crecimiento no era para siempre, así que los ingresos (basados en una economía real, no un casino financiero, y con una fiscalidad que apunta a los trabajadores reales empobrecidos, no a los que se "llevaron el dinero") caen en picado y no se pueden pagar las deudas. Los “mercados” están dispuestos a dar créditos nuevos para pagar vencimientos antiguos, pero a unos tipos de interés inasumibles. La angustia obliga a aceptarlos, junto con el “consabido paquete de ajustes de la ortodoxia económica” que obliga a ahogar toda la construcción de un Estado que proveía servicios a sus ciudadanos.
Se despide a los que realizaban esa tarea y se externalizan los servicios que prestaban a empresas privadas... que aparte de funcionar peor a los dos años, son mucho más caras que lo que costaba el “supuesto despilfarro anterior del Estado Grande”. Previamente hemos sido adoctrinados hasta la saciedad y la suciedad con la cantinela de que los funcionarios no funcionan: son tipos que se pasan la mañana leyendo el marca o la revista de “Sálvame Deluxe”. En todo bar encuentras a alguien contando sus peripecias en una oficina estatal. Nadie habla de que para darse de baja en cualquier servicio de una megacorporación ha pasado 4 meses pagando la tarifa. Nadie comenta que la privatización de la energía (poniendo en las empresas casi regaladas a amigos del Presidente español de turno), que nos vendieron con un “ahora veréis cómo por las leyes de la Sagrada Competitividad vais a tener mejor servicio y más barato”, en 10 años la “luz” ha subido un 80%. Esto, por supuesto, no es “anecdótico”: son pasos necesarios de la apropiación de lo Público.
Con la ayuda de un “bipartidismo democrático” (los hooligans y los reticentes tibios) y de una incultura político-económica brutal de los ciudadanos, ya tenemos otro país que dedicará su riqueza siempre decreciente a pagar deudas endeudándose más. El sufrimiento de la gente es “anecdótico” (quien piense lo contrario, es tonto o se lo hace).
El FMI y el BM, no elegidos democráticamente, han ganado otro partido. Alguien, en una libreta negra secreta, escribe “Proyecto PIGS, terminado a la perfección”, mete la libreta en una caja de seguridad y FIN DE LA HISTORIA.
Addendum
Hay otro final: como dijo textualmente Henry Paulson (poco se puede sospechar de él, ya que era un hombre de Goldman Sachs), Secretario del Tesoro de EE.UU., en una reunión con banqueros un viernes de la crisis de 2008, para que firmaran unos papeles: “O firmáis o, simplemente, este lunes ya no habrá Economía”. El Crack del 29 será como de guardería infantil en comparación con lo que sucederá: los Estados, que ya funcionarán con empresas externalizadas, verán cómo estas se declaran en quiebra y dejan de prestar los servicios. En tres semanas, los ciudadanos solo encontrarán puertas cerradas: absolutamente legal, oiga, según los contratos firmados. Esto no es “anecdótico”.
Lo único que podemos hacer es conocer estos mecanismos y luchar ahora que podemos, como reflexiona mi amigo en sus tres últimas líneas.
Por una vez, me creo el himno:
Agrupémonos todos
en la lucha final.
Pero no en el sentido esperanzador de que es el último combate para que ganen los “buenos”, sino en el sentido de que esta guerra, si la perdemos, la perderán hasta los que la provocaron.