“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




domingo, 22 de marzo de 2015

Dos mentiras gordas de los economistas fundamentalistas (también llamados “neoliberales”)

Hay fundamentalistas religiosos que matan por su Dios, pero también los hay de la economía, convertida en una Religión, con sus normas, que como estamos viendo no funcionan, pero cuyas medidas también matan de hambre y angustia. Siguen aplicando sus reglas dogmáticas, a pesar de que los rescates tienden a empobrecer y la deuda de los países sigue creciendo. En realidad, a quienes rescatan es a los bancos privados acreedores: la deuda que afectaba a esos bancos es “comprada” por organismos llamados “públicos”. Quienes en realidad han sido “rescatados” han sido los bancos que habían prestado erróneamente.


Mentira gorda 1: Hay que generar riqueza para repartirla

Suena bien, pero con el funcionamiento financiero de las últimas décadas, la cosa no es así. La brecha entre los ricos y los que no lo son se amplía, porque esa “riqueza” se reparte cada vez menos. Se despide a un trabajador mayor, que (como en un caso que vi en la TV) ganaba 1.600 euros y se contrata a tres trabajadores temporales que cobra cada uno 500 euros (¡Yupi, estamos creando empleo!). La Empresa paga 100 euros menos al mes; si el contrato es de 3 horas diarias, ya tiene 1 hora de más ganada... pero el pobre empleado de 500 euros se verá obligado a trabajar más tiempo... si no lo acepta, la cola de los que están dispuestos a sustituirle es larga.

Realidad 1: Hay que generar riqueza para que algunos sean más ricos, aunque los demás se vayan miserabilizando.

Mentira gorda 2: Para salir de la crisis hay que crecer

¿A que parece lógico? ¿A que suena bonito? Bueno, no os voy a dar la lata con la toxicidad de la ´sobreproducción industrial y agrícola. Tenéis a vuestro alcance datos suficientes dados a conocer por los mejores científicos del mundo.

Hablaré solo de un aspecto aparentemente secundario: el llamado “Día del Exceso de la Tierra”. Resulta que para crecer necesitamos materias primas, extraídas de la Naturaleza, que son finitas. (Estos datos están sacados de AQUÍ), pero hay numerosas fuentes que los han dado a conocer. La Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network, o GFN), una asociación que mide la huella ecológica que deja cada extracción (o vaciado) de recursos naturales no renovables, afirma en su estudio de este año que «en ocho meses la humanidad ha agotado todos los recursos que la tierra podía ofrecer para este año lo que significa que se ha llegado a un ‘sobregiro ecológico’.
Esta asociación realiza anualmente una investigación para determinar el ‘día del exceso de la tierra’, es decir, la fecha en que la demanda de la población excede lo que la naturaleza puede renovar en el año. Lamentablemente, hoy 19 de agosto se llegó a ese punto, faltando aún 135 días para que se termine el 2014.
Cada año el periodo entre cada fecha va disminuyendo. En el 1993 fue el 21 de octubre, para el 2000 el día cayó el 1 de octubre y el año pasado ocurrió el 19 de agosto. En la actualidad, el 86% de la población mundial vive en países que exigen más de lo que sus propios ecosistemas pueden ofrecer. Según el estudio de la GFN, se necesitaría una tierra y media para poder abastecer la necesidad  humana. Algunas proyecciones calculan que para la mitad del siglo se necesitará una biocapacidad de tres planetas

Realidad 2: Para salir de la crisis hay que organizarse y cambiar el uso de las materias primas.

Superverdad 2: No se puede crecer infinitamente en un mundo finito
Algo (distinto) habrá que pensar y que hacer, ¿no?


miércoles, 11 de marzo de 2015

Junto al lago que fue de los deseos


Junto al lago que fue de los deseos
el árbol del amor se había convertido en un tronco esquelético, carbonizado en un negro brillante
endurecido.

Todavía iban hasta él alguna noche calurosa,
ataban en la punta una gasa morada que extendían en abanico hacia el suelo
sujetaban el extremo con piedras pulidas
por el mismo paso del tiempo que había desecado el árbol. 

Se tumbaban debajo, desnudos,
rebuscaban la ternura loca y terca que pudiera guarecerse, todavía, en algún rincón de la piel.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Perdona, pero tengo la cabeza pájaros (Bremen)

Perdona, pero tengo la cabeza a pájaros

Un moscardón volaba en círculos en la habitación grande, la que tras un breve pasillo daba a la puerta del amplio apartamento al que él se fue a vivir cuando se separaron. Era la pieza de mayor tamaño de la casa, con los tres balcones abiertos, para disimular en lo posible el aire, denso por el polvo en suspensión, que casi milagrosamente no lo volvía irrespirable. Estaba sentado en una butaca, manteniendo un silencio tan nervioso que a ella le dolía, sentada casi en el borde de una esquina del sofá, dudando entre mirar al suelo, como le forzaba una tendencia natural por lo difícil de la situación, o dirigir los ojos hacia él. Estaba echada hacia adelante y algo inclinada, por lo que mirarle a él, en lugar de al suelo, su postura parecía forzada. Él, como si en lugar de en un momento real estuviera dentro de uno de los relatos que escribía como escape, pensó si la palabra que definía esa posición, pero también el estado anímico, sería “sobrecogida”, o quizás “recogida” en sí misma. Como era un momento de lo real, no una historia que se entretuviera en inventar, no pudo darse cuenta de que estaba “encogida” sobre sí misma, protegiéndose de esa realidad que, muchos años antes, había sido tan angustiosamente real que tuvo que huir de ella. Para ser exactos, no huyó, sino que lo expulsó a él de sus dominios, que ya compartiría únicamente con la hija de ambos, de cinco años en aquel momento.
—Mira esto.
Se levantó y abrió el cajón de una mesita que tenía detrás, sacando una foto de Polaroid. Estaban los tres: ella, él y la niña, de unos dos años, sentada a caballito sobre el muslo derecho de él.
—Bueno, ha ido desdibujándose un poco, ya sabes lo que pasa con las polaroids. Pero peor va a ser el destino de todas esas fotos digitales que la gente saca ahora a centenares cada vez que salen de excursión un fin de semana.
—Todavía somos nosotros. Claramente —comentó ella sin devolvérsela ni dejar de mirarla.
El moscardón se introduce por una rendija abierta en la puerta que da a la cocina, que ella ha preferido ni mirar, imaginando su estado. Ella piensa que esa polaroid desdibujada no es “todavía” ellos, sino que representa exactamente lo que eran “ya” cuando se separaron. Lo piensa, pero no lo dice, porque es el hombre más bueno que ha conocido y haría lo que fuera para no causarle daño alguno. Bastante le cuesta decirle aquello que ha venido a decirle. Se entretiene viendo dos moscardones, quizá uno de ellos sea el que vio antes, que salen de la cocina y entran directamente en el comedor, que es la habitación de al lado, separada por una puerta doble corrediza, totalmente abierta, por la que podía ver que la gran mesa rebosaba de libros y revistas. Como todas las librerías que ocupaban las paredes de toda la casa.
—¿Sabes?, he venido a decirte algo que debe quedar en secreto entre nosotros. María te adora y estaría dispuesta a pasar el sábado contigo toda su vida, sin comentarte nada, pero sé lo que le cuesta y quiero hacerlo yo.
—¿No le interesa ya que los sábados que no llueve vayamos a fotografiar pájaros?
—No exactamente. La has convertido en una fotógrafa excelente que, desde que cumplió 10 años, tiene una cámara profesional y un cuartito de revelado. El problema es que ha cumplido 13 años y... son otros pájaros los que ocupan su cabeza. Es ya una jovencita y los “pájaros” que ahora le interesan son las amigas y los “chicos”. Los fines de semana es el tiempo de ellos. No te dice nada para no contrariarte, pero... habría que buscar otra solución para que os veáis. Un día cada fin de semana ya no es deseable.
—Claro, claro. ¿Cómo no pensé en ello? Lo que quieras tú. Algo se te ocurrirá. Eres la experta en la vida... Te invito a un café abajo y ya me dices qué es lo que te parece conveniente.
No solo era imposible que la invitara a tomar algo en casa, pues la visita había sido inesperada y el desorden era el habitual. Aunque dispuesto a todo, como siempre, lo que le acababan de decir le producía un dolor intenso; se sentía sentimentalmente tocado. ¿Cómo no se había dado cuenta? No quería mostrar su tristeza ante ella, así que para evitarlo debían irse inmediatamente a un terreno neutral. Cualquier idea que ella le diera sobre ese nuevo aspecto práctico de la vida sería buena. Siempre había sido así.





domingo, 1 de marzo de 2015

Actualización marzo 2015 de Globalízate