Sí. He ido a París a
visitar a un joven amigo que se estaba cabreando ya por mi tardanza. De no ser
por eso, no habría tenido los descubrimientos y epifanías que han aumentado mi
facilidad para resolver crucigramas.
Primero vamos al
asunto del avión. El trayecto, una vez que el mencionado ha entrado en pista de
despegue y hasta que aterriza, es realmente breve (hora y media). Pero como
tienes que estar en el aeropuerto tres horas antes, y pensando en el tráfico
pides el taxi 40 minutos antes de lo debido, a lo que hay que sumar que desde
que aterrizas hasta que ves la maleta en la cinta y, además, por lo que se
tarda en un taxi hasta el hotel temes que te hayan dejado en un aeropuerto
suizo. te planteas la primera reflexión seria.
Primera reflexión seria del viaje:
Si en lugar de ir en
avión, hubiera ido en un carro tirado por bueyes, ¿qué habría pasado?
Respuesta: desde
luego, habría tardado más, pero habría llegado con un espíritu más jovial.
Después, ya que
estás, además de saludar a tu amigo, tienes que ver cosas y, sobre todo, ir de
un sitio a otro andando, porque se trata de “ver la ciudad", no de
encerrarte en espacios culturales, uno tras otro, hasta que crees que tienes el
dengue y la malaria.
¿Cuáles son las
consecuencias? El centro de París, el París grande, hermoso y elegante es
descomunal. No es como otras ciudades, que tienen un centro asumible y
enseguida empiezan los barrios de trabajadores (tirando a feúchos, para qué nos
vamos a engañar). No, en París te pones a andar y te tiemblan las piernas
cuando todo sigue siendo hermoso.
Segunda reflexión seria del viaje:
(CASI) TODO PARÍS ES EL PUTO CENTRO
Así que alguna solución tiene que haber: por todas partes
hay bares que están “petáos”. Ahora que la vida española es tan triste, con los
bolsillos de la mayoría recortados, y casi todo está vacío, te das cuenta de lo
que es una economía potente en la que no han agujereado los bolsillos de la
gente común. Y tienes dos bebidas, el Ricard y el Pastis, que venden a un
precio inferior al de la cerveza, el café con leche y las copas de vino de
andar por casa (malooooo).
Tercera reflexión seria del viaje:
UN PAÍS QUE HA INVENTADO EL RICARD Y EL PASTIS Y LO VENDE BARATO MERECE
UN RESPETO INTERNACIONAL
Luego está el Asunto Cultureta. ¡La madre de dios hermoso!
Al lado del alcalde de París, Anne la Botellique parece una vendedora de
botijos.
Acciones que realizamos:
Visita de museo pequeño:
Museo Carnavalet: no
tiene cuadros de grandes firmas (que han ido a otros museos), pero sí cuadros
estupendos que son retratos de artistas, de la Belle Epoque, maquetas, espacios
raptados (me pasé 10 minutos delante del dormitorio de Proust).
Revisitación de
museo grande:
Colecciones del
Pompi: no hace falta explicación.
Concierto de cámara,
dedicado a Brahms, interpretado por grandes solistas de la Filarmónica de
Berlín. Para morir a gusto.
Visitas a bares: que
forman parte de una cultura exquisita (ver pinacotecas, para comprobarlo),
exagerando un poco, el 65% de los bares de la ciudad.
*****
Y ahora el viaje íntimo acompañado de instantáneas.
Mi amigo vive en la pequeña Isla de Saint Louis, una de las zonas con un precio más alto por metro cuadrado. ¡¿Cómo es posible?! Porque vive en un sexto piso sin ascensor. Esta es la vista desde la ventana del baño.
Sale de su casa, cruza este puente y ocho minutos después está en su trabajo, en la Universidad Pierre et Marie Curie. Teniendo en cuenta el tamaño de la ciudad, es como si yo cerrara la puerta de mi casa (cuarto piso) y tuviera el trabajo en el tercer piso.
Al regreso de ver su lugar de trabajo, así como los alrededores donde come, bebe, toma café, etc., nos paramos en el mismo puente, mirando hacia arriba, para hablar de las condiciones actuales de la educación y la ciencia en nuestro país. Fue un momento pro-suicidio. Daban ganas de tirarnos al río... pero la vencimos porque somos valientes. Y tuvimos la:
Cuarta reflexión seria del viaje:
¿TE MOLESTA WERTE? ¡HABER ELEGIDO SUSTO!
Bueno, tampoco había
ido hasta allí para amargarme la vida, así que no nos suicidamos. Además, mi
compañera (y madre del joven amigo) estaba atenta a que no habláramos de temas
económico sociales más de un minuto seguido, así que nos empujó fuera de la
zona de peligro y nos mandó callar. Como hizo el Rey con Chaves, pero con
mejores propuestas. Dedicamos el tiempo a los pequeños placeres de la vida
personal. Entre ellos, el paseo por los Jardines de Luxemburgo y terminar
comiendo en la Brasserie Lipp.
Bendito y alabado sea ese Monsieur Lipp. No digo más que la noche en la que ganó sus
primeras elecciones, Mitterrand, vecino de la zona, estaba cenando allí, solo y
a gustito, y se enteró de la victoria porque los camareros empezaron a darle el
tratamiento de Monsieur le President para preguntarle si tomaría café.
Quinta reflexión seria del viaje:
PARÍS ESTÁ REPLETA
DE INDIVIDUOS RECALCITRANTES EN EL TRATO PERSONAL QUE CUANDO SE JUNTAN
DEFIENDEN LO PÚBLICO Y LO COMÚN COMO NADIE LO HACE
Será quizá porque se
pasa con frecuencia por las plazas en las que, no hace mucho, se levantaba la
guillotina, lo que produce cierto miedo a los muy poderosos; o porque son así de fieros (orgullosos) con lo que es de todos..
Por eso fue y sigue
siendo una ciudad maravillosa hecha a medida de los gigantes para que la
disfruten, paso a paso, los hombres comunes.
Vide la Commune de
Paris!