ayer estaba leyendo desalentadores artículos científicos sobre el devenir del planeta en equilibrio, hoy me ha llegado estas firmas, creo que es importante:
“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.
NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein
“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”
Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16
viernes, 28 de febrero de 2014
Al fin y al cabo, es nuestra casa
He recibido este mensaje de correo. Creo que su importancia es superior a todo lo demás. Al fin y al cabo, es nuestra casa.
martes, 4 de febrero de 2014
El cambio geográfico del vórtice polar se vuelve estable (Taller Bremen)
El
Sol brilla cada vez menos y ya no transmite calor. Empezó a suceder hace mucho,
tan poco a poco, y a intervalos tan irregulares, que nadie se pone de acuerdo en
cuándo comenzó todo. Algún día, diferente para cada persona, fuimos
comprendiendo que era algo perdido, estable. La energía fue haciéndose más cara
y porciones crecientes de la población ya no se la podían permitir para
calentar la casa. En poco tiempo, las reservas de gasolina solo se podían usar
para mantener una endeble industria. Gente que no se conocía tomó los edificios
de muros más anchos y comenzó a arracimarse en una sola habitación para dormir
todos juntos y aprovechar el calor desprendido de los cuerpos. Cuando salían a
trabajar, si a lo que hacían se le podía llamar trabajo, se ponían varias capas
de ropa. Solo iban a los bares-restaurante que estuvieran abarrotados, donde a
cambio del certificado del trabajo del día recibían sopa con verduras y tantos
destilados caseros como fueran capaces de beber. La gente se había convertido
en la principal fuente de calor.
Los
que cruzaban la Frontera Climática, donde el problema era el calor asfixiante,
no regresaban. Si lo hacían, era para contar que la situación en la zona de
calor era invivible. Aunque no era fácil pasar de la zona caliente a la fría, y
viceversa, ya que entre ellas había una estrecha franja que se libraba de las
condiciones extremas y sus ocupantes no permitían traspasarla. Toda la información
se transmitía de boca a oreja y se iba bifurcando en leyendas dispares.
Frank
soportaba bien el frío, la escasez, a cambio de la comunicación incesante.
Todos hablaban continuamente con todos y a él siempre le habían gustado las
historias, sin preocuparle la veracidad, pero lo que estaba percibiendo ahora le
inquietaba. Quizás, pensó, se debiera a la intensa comunicación entre las
personas; pero temía que fuera algo más siniestro, que por el hecho de dormir
tantas personas juntas, apiñadas, en una habitación, estuvieran enlazando los
sueños, soñándolos entre varios. Aquello le parecía una monstruosidad difícil
de creer. Pensaba que era lógico que en esa vida que llevaban, en la que él,
que había sido poeta y vivido de múltiples trabajos menores, ahora trabajaba
como campesino en invernaderos cerrados por varias capas de plástico y
calentados por generadores que funcionaban con las reservas de petróleo, su
mente tenía que haber cambiado; y con ella, la pauta de sus sueños.
En
buena lógica, lo que era de esperar eran sueños terribles potenciados por la
ingesta de destilados alcohólicos caseros. Sin embargo, la frecuencia de sueños
agradables y sueños horribles no se había alterado. Simplemente, tuvo la
sensación de que esos sueños no le correspondían, de que su materia procedía de
otras mentes con otras experiencias.
Lo
habló con Louise, una exingeniera con la que acabó compartiendo el colchón y
parte de su vida libre, aunque, como todos, follaba con ella en los servicios
del bar restaurante comunal, que no funcionaban para su propósito primero.
—Con
tu ayuda, puedo entender todos los fenómenos que nos rodean desde que el cambio
del vórtice polar se estabilizó. Pero esto se me escapa.
—Intenta
explicarlo mejor, concrétalo con el menor número de palabras posible. Olvida
tus rodeos y defínelo.
Frank
encendió un cigarrillo de hierba, dio un trago largo al destilado y guardó
silencio hasta consumir el cigarrillo:
—La
materia y las experiencias de los sueños no me pertenece.
—Hagamos
una cosa: me vas a ir contando con detalle todos los sueños, los que has tenido
y los que irás teniendo.
Cuando
empezó a contarle sus sueños, con todos los detalles que podía recordar, un
día, de pronto, Louise se inquietó, diciéndole que ese caballo en esa cerca
eran el caballo y la cerca que su familia tenía cuando era pequeña; después
apareció su dormitorio de la universidad; y una noche en el coche con su novio.
Louise, que no tenía ese control de sus sueños, le propuso que empezara a
contarlos en el dormitorio. De vez en cuando, alguien decía que esa casa de ese
sueño se parecía muchísimo a una en la que había vivido; que la descripción de
esa mujer mayor podría haber servido para su suegra. Fueron tantas las
coincidencias que dejó de contar públicamente sus sueños, aunque a los demás
les divertía y les producía una ansiedad deseable ir encontrando partes de su
propia vida en los sueños de un compañero de dormitorio. Todos terminaron
explicando que sus propios sueños contenían paisajes y personas que les eran
desconocidos. Pero otros los reconocían como propios.
Louise
y Frank hablaron de ello, de que por motivos de supervivencia se habían
organizado como un hormiguero o una colmena. El nuevo salto, que también
hubieran empezado a compartir los contenidos mentales de los otros, les resultó
repugnante. La pauta climática cambiaría en mil años, cuando se eliminaran de
la atmósfera las partículas de gases de efecto invernadero. Pero no querían
esperar esos mil años, ni siquiera mediante sus descendientes. Ni los miles de
años que pasarían antes de que la mente colectiva se fuera individualizando y
reapareciera la mujer y el hombre. Esa misma noche, llevando una ropa de abrigo
que les impidiera desfallecer a cientos de metros del área comunal, y con dos
botellas de alcohol cada uno, se alejaron por la nieve. Precisamente esa noche
había una ventisca de grado medio.
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