La frase del título, tomada (y algo alterada por mí) de
Hervé Kempf, resume una reflexión a la que vuelvo una y otra vez desde hace
mucho tiempo, para darme la posibilidad personal de seguir creyendo en que el
mundo en que vivimos podrá sostenerse. Es este un texto moral que no contiene
datos ni argumentos: podremos irlos dando, si os apetece, en los comentarios.
Ni siquiera voy a criticar aquí la injusticia, ineficacia e imposibilidad de
mantener el crecimiento infinito que propone este Sistema que ha inventado el
Neofeudalismo.
Si es que existe una posibilidad de que dejemos de
dirigirnos al abismo, si todavía estamos a tiempo de que los experimentos de
negación del Sistema se conviertan en realidades, nadie debería esperar que
consistan en seguir haciendo lo mismo, pero con un reparto más justo y
equitativo. Si llegara a producirse un cambio salvador del paradigma, deberemos
estar preparados para una vida más sobria, en la que lo humano y sus relaciones
se conviertan en el eje central, sustituyendo al consumo desenfrenado de bienes
materiales.
Yo creo que para "nosotros" si llegará hasta que fenezcamos, pero para los demás, eso ya es harina de otro costal...:(
ResponderEliminarSalud
Pienso lo mismo: una vida más sobria, en que se limita el consumo de bienes materiales. Tenemos que buscar formas que lo hagan posible. Es interesante y necesario imaginarnos un mundo en que eso se realice. En la conferencia de decrecimiento de Leipzig (http://www.decrecimiento.info/2013/12/degrowth-2014-2-al-6-de-septiembre-en.html) escuché a un belga, Michel Bauwens, que tenía ideas interesantes. Claro, hay mucho más gente con ideas interesantes, felizmente. Tenemos que apoyarnos mútuamente en la búsqueda de buenas ideas. Y ya hay prácticas positivas que sirven como ejemplo de lo que es posible.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo estoy convencida que se producirá y no por ilusionismo, sino porque los sistemas no dan más de sí y caducan. Eso sí, todo transcurre más lento que nuestro deseo porque nuestro momento aquí es un suspiro, pero al menos mantengo la esperanza por los que vendrán.
ResponderEliminarY sobre la vida sobria que alude giovanni, nosotros (me refiero a los que más o menos pensamos igual) vivimos en sobriedad, ya no solo por soportar la crisis, sino por principio ecológico.
Parece que solo los ecólogos son capaces de comprender el verdadero significado de la palabra "sostenible".
ResponderEliminarUn abrazo. Flojito.
(Espero que este comentario no salga duplicado, me ha hecho un extraño el chisme este).
O como dijo el otro día Francisco: "Dios perdona siempre, los hombres, a veces. Pero recuerden que la Tierra no perdona nunca"
ResponderEliminarVivir como si fuéramos a estar siempre aquí. Ese es nuestro error. Si fuéramos capaces de asumir que nuestro tiempo es limitado, nuestra forma de estar en el mundo y con los demás, incluso dentro de nuestra piel, sería otra. Más cercana a la tierra, menos apegada a las cosas. El cambio de paradigma es tan necesario como respirar, es incluso lo que nos permitirá seguir respirando.
ResponderEliminarGENÍN, el Sistema global actual tiene dos vertientes muy perniciosas: la primera, el uso abusivo de los recursos naturales (cualquier acción vale si produce dinero para el que la emprende, con la consecuencia de que en esa ceguera que solo beneficia a muy pocos se está poniendo en peligro YA la sostenibilidad de la vida en el planeta tal como la conocemos. Pero no es necesario pensar en las fases más agudas y peligrosas, que gente como tú y como yo, por nuestra edad, es posible que no veamos: el Cambio Climático causado por el hombre está ya entre nosotros, y lo vemos en una climatología con excesivas puntas extremas.
ResponderEliminarPero la segunda vertiente, el uso y el abuso de los componentes de la fuerza de trabajo, las personas, la vivimos plenamente a nuestro alrededor. Abrir un medio de comunicación es enfrentarnos a una serie de desastres que hace 15 años solo algunos preveíamos, pero explicábamos como en un cuentito distópico.
Además, a quienes como tú y como yo tenemos descendientes por el mundo, el retraso de los problemas mayores nos sirve poco de consuelo. Algo tendremos que hacer mientras podamos. En tu caso, viviendo esa vida en el campo, sencilla y humana, con las relaciones con tus vecinos y esas “comilonas” entre amigos de vez en cuando, lo estás haciendo mucho mejor que yo.
Un abrazo de los gordos
GIOVANNI, el decrecentismo es un material que obligatoriamente debemos llevar en la bolsa, compartiéndolo con otras ideas, cruzándolo todo fructíferamente. Entiendo, por lo que dices, que asististe a la Conferencia de este año en Leipzig: eres un crack con información de primera mano.
ResponderEliminarAyer leí en Público un artículo clarificador en el que Giorgos Kallis y el colectivo Research & Degrowth contestan las referencias negativas de Vicenç Navarro hacia el decrecentismo. Estas divergencias entre los que buscamos lo mismo son vitales.
A modo de anécdota, los decrecentistas sitúan sus inicios en el anarquismo feminista de principios del siglo XX, y ponen una cita de la brasileña Maria Lacerda de Moura que me encanta: Amaos más y multiplicaos menos.
Es algo más, amigo Giovanni, que apoyarnos mutuamente, algo en lo que por tu generosidad eres un experto. Los de a pie tenemos por primera vez medios para expresarnos, con lo que la posibilidad de compartir ideas, de extenderlas, es alta y novedosa: algo impensable hace una decena deaños.
Comparto contigo un abrazo
Que los cielos, ISABEL, nos libren de que la sobriedad nos la imponga el planeta por su cuenta. Es cuestión de calendario y ¿todavía estamos algo a tiempo? Pero como bien sabes, no me refiero solo a la debacle ecológica, sino también a la ruina moral que nos lleva a cambiar las relaciones entre personas por el intercambio de mercancías. Y además de moral, para los que si quisiéremos podríamos consumir, una absoluta ruina material en segmentos crecientes de la sociedad occidental (que parece que es la única que existe) y casi la totalidad en los países extra-occidentales. Hay una estudiada dejación política en cuanto al respeto a los débiles, en cuanto a la oferta de soluciones a los ciudadanos, para servir a los más ricos y que las rentas vayan a parar a ellos. ¡Y para eso nos han convencido de que la felicidad está en el consumo de chucherías!
ResponderEliminarEn este post, y creo que lo habéis entendido al menos los que habéis comentado, que lo compartís, la sobriedad se propone como un método de vida anticapitalista, por nuestra parte social, y como una posición de elegancia por la personal.
Te ha salido un solo comentario, MICROALGO; pero preciso y justo. Dedicar un día a pasear con un ecólogo, a conversar con él de esos temas, fue una experiencia reciente muy placentera. Fundamenta el ser ecologista al tiempo que niega la facilonería.
C.S., Paquito dice últimamente verdades como templos (de lo racional). Creo que la ética de los sistemas de sustrato geológico se basa no en lo moral, sino en el cumplimiento de los procesos.
Veo, MARISA, que también tú practicas esa elegancia a la que me refería. Los humanos tenemos en ella nuestra casi última oportunidad. Además, ¿a que es más divertido compartir risas y experiencias con los amigos que presumir de oibjetos?
Besos a todas (lo que incluye a Microalgo)
Mi querido amigo, a menudo me siento tan diminuto ante el volumen de las barbaridades que nos inflijen -que nos inflijimos- que sólo encuentro consuelo en el silencio y la luz. De todas formas, creo que es nuestra absoluta e inexplicable obligación aportar, a ese brebaje de esperanza, las dosis que podamos de mala leche, denuncia, complicidad y ternura para que, como dijo vete a saber quien, nos lo puedan quitar todo menos la sonrisa, el no bajar la mirada y las ganas de silbar.
ResponderEliminarLeerte es una tranquilidad, JOSEP, bien lo sabes. Siempre del lado de la solución, no olvidando nuca que es necesario sentarse a ratos en un banco, preferiblemente de madera, para ver crecer la hierba, mirar a las mujeres, decodificar las nubes. Y silbar, claro.
ResponderEliminarUn abrazote.