Confesión frustrante
—Ave María
Purísima.
—...
—He pecado de
pensamiento y obra, Padre.
—Ya basta,
Miguel. No conviertas un sacramento en sacrilegio.
—Es que he
pecado mucho.
—Tus pecados ya
te fueron perdonados una vez, y luego una segunda vez, cuando te prohibí que
volvieras a confesarlos conmigo o con cualquier otro. Deja de postrarte de
rodillas frente a mí.
—Hace un tiempo
le gustaba que lo hiciera. A mí también me gustaba y lo echo de menos, por eso
lo recuerdo, peco de pensamiento y...
—¡Fuera de
aquí! ... Si quieres, lo hablamos fuera del sacramento de confesión.
—¿Cuándo?
Precisamente cuando su crecimiento
sexual comenzó a asentarse, cuando la vesícula seminal comenzaba a llenarse y
necesitaba de un disfrute y de un placer que tuviera una culminación física,
algo más allá de ese ligero temblor que le producía la emoción de someterse a
él, fue abandonado con visibles signos de repugnancia por el desarrollo físico
que empezaba a mostrar. Dejó de llevarle a su casa a merendar y a formarle con
la lectura de la Historia Sagrada. Lo arrancó de su vida cuando él más lo
necesitaba. Lo dejó tirado como un perro al que ya no dejan entrar en la casa.
—Ya veremos.
Cuando no esté cumpliendo una de las partes más sagradas de mi ministerio.
Ahora te vas ya o añadirás el pecado de haber obligado a un sacerdote a
abandonar el confesionario. Yo te llamaré.
El sacerdote sintió que el miedo le
podía. Abandonó el confesionario, aunque Miguel se había ido, dejando plantada
a una señora mayor, y se fue a la sacristía a lavarse las manos y la cara con
agua fría. Aquello iba a estallarle, el chico estaba enloquecido y no
entraría en razón. Por un momento hasta pensó en seguirle la corriente, pero la idea
de hacer aquello con un ser plenamente sexuado le producía arcadas. ¿Cómo podía
tratar con un enfermo de la mente, sin hacer algo todavía peor...?
Y la pobre señora ¿qué?. Si le da por morirse en ese instante, directa a la morada del Maligno con toda su maleta de pecados. Y para toda Eternidad. Eso no se hace. Y menos a una persona mayor.
ResponderEliminarS.
Que, por lo que dicen, la Eternidad debe ser muy larga.
ResponderEliminarS.
¡Lo que habrán disfrutado los curas con las confesiones a lo largo de la historia! Ahora entiendo que el obispo Munilla haya escrito un libro sobre sexo. Lo que no sabrá, el tío.
ResponderEliminarCuando leí el titulo pensé, "que raro que el Nano escriba sobre la canción de Bisbal" y claro no era eso, es mas interesante, bastante mas... :)
ResponderEliminarSalud y abrazo
Pero no entiendo, NáN, el tema q os han dado es "Ave Maria" y visita a chaman etc, o solo Ave María?
ResponderEliminarmuxus
di
Juás, juás, S. Si le da por morirse en ese instante, se merecerá lo que le pase por inoportuna (que es un pecado muy gordo).
ResponderEliminarLo he pensado bastantes veces, SUE, que la confesión debe ser muy aburrida (escuchar una y otra vez un catálogo de hechos que ya has escuchado muchas veces). Quizá la única solución sea especializarte en “chismes” del barrio o, dada la castidad que se les supone, terminar deleitándote con las descripciones de los pecados.
GENÍN, me equivoqué al poner ese título (que era un previo, un código para entenderme). No sabía que fuera una canción de Bisbal. ¿Canta sobre secretos de confesión?
DI, no me extraña que te cree confusión. El título previo lo subí dentro del texto y en el título de la entrada. Me di cuenta y lo cambié en el texto... luego me di cuenta de que no lo había cambiado en el título de la entrada y lo he hecho hace poco... ¡un desastre!
Abrazos a todos
Mi confesor, viejo amigo de la infancia, me conoce a la perfección.
ResponderEliminarY yo a él. Su obsesión por la informática y por la ecuanimidad, le han animado a desarrollar un programa informático para que los pecados y las penitencias entren en justa concordancia.
Tu vas y le cuentas tus pesares de forma exacta.
Tres mentiras, cuatro malos pensamientos y una docena de envidias.
El tío mete los datos en su ordenador portátil, le da al intro y se imprime la penitencia de forma concienzuda.
Un gran avance, pues no ha lugar a interpretaciones personales ni a criterios dispares.
Pura exactitud de relojería suiza.
...
Pero..., en la vida siempre hay una preposición que la lía.
Me sentí obligado a confesarle mi encuentro en el ascensor con la vecina del tercero.
Una modelo de armas tomar y costumbres laxas.
En el pequeño habitåculo coincidí con mi vecina, y ella actuó con rapidez y profesionalidad supina, pues me abordó con decisión y agarrando un apéndice corporal de cuyo nombre no quiero acordarme, lo blandió y acercó a una de sus cavidades naturales con el ánimo de que entraran en colisión.
Aquello fue un quiero y no puedo, pues la brevedad del trayecto, los nervios de la sorpresa y la intermitencia del fluorescente, me produjeron serias dificultades de concentración.
...
Le conté la historia a mi confesor, introdujo los datos pertinentes no sin dificultad, y aporreando con satisfacción la tecla intro, esperó la respuesta impresa.
...
Al no obtener respuesta alguna y tras un rato de cavilación sesuda, mi amigo me miró fijamente y lo soltó de la forma más sincera que cabe :
" Muchacho, vuelve a casa y hazle el amor a tu vecina, en condiciones.
Este programa no trabaja con decimales ! "
Realmente duro. Y que el joven le eche de menos... En fin. Besazos, querido amigo.
ResponderEliminarPuede que esa sea la causa de algunas denuncias, ese sentimiento de rechazo-abandono. Es despreciable el daño que hacen. La misma confesión, aún sin abusos, sólo con su boato ya es algo que da pie...
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