[Según la Irreal Academia, la tercera acepción de flâneur es:
- Dícese de quien pasea mucho y va haciendo flanes de arena con raspaduras de asfalto.]
A las 18:15 de la tarde bajo por la calle Ruiz y me detengo,
como siempre, a contemplar la calle Galería de Robles, que es la que más me
gusta de mi barrio. Porque nunca la cruzan coches, es inútil para el tráfico, y
no se puede aparcar en ella. Esta vez hay una africana a la que veo desde atrás.
Limpia, con vaqueros y camiseta de rayas azules horizontales sobre blanco. Su
cuerpo es hermoso. En su lengua africana, está riñendo a dos personas, a las
que señala con el dedo distinguiendo entre la una y la otra, sin error alguno
al indicar la posición (ultra)física de sus dos contertulios. Está
verdaderamente enfadada con los dos, les pone los puntos sobre las íes. Al
seguir caminando, la veo un momento de frente y me doy cuenta de que la
juventud de su cuerpo se contradice con unas canas en la parte delantera del
pelo y con arrugas.
A las 18:20 subo por Espíritu Santo y en uno de los
banquitos de madera que sacan a la acera algunos de los establecimientos está
sentado un alcohólico de edad indefinible, grueso, sucio, de barba y pelo
largos, sucios, despeinados. Mira hacia abajo y farfulla en mi idioma, pero no
se le entiende nada. Parece más enfadado con él mismo que con los demás.
Dos discursos que el lenguaje impide comprender. Pero que
transmiten algo que se entiende perfectamente. Nos regalan historias.
Me gusta ese andurrear, que decimos aquí, tuyo, y ese dejar constancia hasta de la hora. Como de esas observaciones.
ResponderEliminarYo soy de dar pocos datos cuando escribo, pero aprendo. Un abrazo.
He quedado preocupado al pensar que de donde sacarán la arena para hacer los flanes si caminan por esas calles donde claramente no la hay, con las raspaduras de asfalto es imposible hacer arena, además no seria tan limpio, no se brother, me preocupa, con lo bonito que seria hacer flanes de arena por esas calles... :)
ResponderEliminarSalud y abrazo
De todo lo que hay en las calles "solo ves lo que te mira", y creo que aquí se cumple, contigo.
ResponderEliminarUn abrazo
ISABEL, los detalles son importantes para anclar las historias. Imaginarlos en la ficción, recordarlos en la no ficción. También yo voy aprendiendo de lo que se me dice. José Luis Ríos me comentó de un relato que había pocos sonidos. Me quedé sorprendido, porque era verdad, y ahora trato de incluir en la ficción ese elemento tan importante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahí está la magia, Genín: reconvertir el duro asfalto de lo que veo en las calles en los flanes de arena del entendimiento de lo que veo. Es fácil en un entorno urbano; imagino que no lo es tanto en la naturaleza, donde casi todo ha sido colocado de una manera casi perfecta.
Abrazote
JOSÉ LUIS, lo dices como gran fotógrafo que se deja mirar muy bien. Un apunte muy exacto.
Un abrazo
En un libro que leí el mes pasado "La liebre de ojos de ambar" hablaban justo de ese término flaneur y de vagabundear, copie el pasaje en mi cuaderno, luego te lo envío.
ResponderEliminarAfricana negra, me figuro. Negro es una palabra anguila, tal como la quieres coger se resbala la muy cabrona hacia otra palabra distinta. Como por ejemplo viejo o minusválido. Pero si le quitas el matiz despectivo que se le puede imprimir hablando, encuentro que negro es una palabra estupenda para describir.
ResponderEliminarPor lo demás, cómo debes amar a tus ojos al pasear. Bonito paseo, Nán.
Parece un libro gustoso, MOLINOS, mándame ese párrafo.
ResponderEliminarAbrazos
Tienes toda la razón, IRE. Me arrepiento de no haberla descrito así, porque soy un detractor del lenguaje políticamente correcto.
Esos paseos dejándote mirar son estupendos, pero hay que hacerlos solo. Me acuerdo que escribí un poema sobre Lavapiés (que como de costumbre he perdido o traspapelado) que empezaba así: “Cómo coloco los ojos / para que me quepan tantos mundos”.
Un abrazo
Buen mirar, el tuyo (lleno de incógnitas en realidad). Recomendaciones en los comentarios de mi blog.
ResponderEliminarIncógnitas que despeja una ficción orientada.
EliminarBesos
Tantas historias como personas, estimado amigo, aun cuando de algunas de ellas solo pueda imaginarse el pálido resplandor de la inanidad.
ResponderEliminarVemos, vivimos, a través de tus ojos y las letras, paseando esa calle tan parecida a aquella que recorremos en cualquier ciudad; en este pueblo, paso de pateras, último destino de algún que otro ininteligible (es un idioma más dificil que el italiano) amigo de la botella.
Un abrazo
Hermoso comentario, querido MANOLOTEL. Aunque creo que la inanidad es una plaga que afecta a un gran número de personas. Parecemos vampirizados.
EliminarEn el centro de Madrid solo conozco esta calle hermosa sin coches aparcados ni que la transiten, porque es perfectamente inútil: el que baja en coche por Ruiz no obtiene ninguna ventaja en cruzarla para subir por la siguiente.
Un abrazo
Cuánto tiempo sin pasar por aquí, pobre de mi.
ResponderEliminarSegún foto la calle es bonita, los coches estropean siempre las fotos y las calles, de eso no hay duda.
Qué bonito es pasear por un barrio del que estás enamorado ¿eh? yo también he empezado a sentirlo.
Besos.
Y nos ponen los puntos sobre las íes. Que a veces falta nos hace.
ResponderEliminarUn beso, Nano.
No te preocupes, SUE, hay épocas de alejarse un poco de las pantallas y teclados. El enamoramiento es mutuo y lo noto.
ResponderEliminarBesos
Hay que mirar para ver, GEMMA. Así se rompe la estrategia de la indiferencia.
Beso fuerte para ti.
Preciosa calle, sí señor.
ResponderEliminarEstá muy bonito. Yo quitaría lo de las referencias horarias. Por lo demás, muy bien. Y es que hay que reivindicar como movimiento de vanguardia el RUISMO (luego vendría el RUINISMO) que obviamente consiste en "pasearse por la rúa".
ResponderEliminarQuiaSint, sí que es bonica, sí.
ResponderEliminarSr. Snoid, la calle se está convirtiendo en el espejo del alma.
¿Cómo sabes que ha llegado el otoño en Madrid, Nán?. En el Camino del Penchat todo es más silencioso, creo. En otro orden de cosas, ahora que lo recuerdo: ¿cómo te sientas en la estación de Atocha a esperar tu tren sin pagar, o sin hablar con las tortugas?. Es un mundo extraño, el que nos toca vivir.
ResponderEliminarUn abrazo