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viernes, 8 de junio de 2012

Vicente Aleixandre se encuentra con José Luis Cano


José Luis Cano, en su fondo andaluz
Vicente Aleixandre


«José Luis Cano nació en Andalucía la baja, en ese punto de la costa donde los dos mares sin tregua se embisten y funden. Su bahía en invierno es fosca, brumosa: las ráfagas del Atlántico pueden más y un cielo aborrascado, en muchas horas de los lentos meses, da, más que plata, ceniza a ese borde de la inimaginable tierra andaluza.

Pero en el verano, y aún desde el comienzo de la primavera, la bahía es dorada, encendida, bajo un cielo ascendido a su radiante inmovilidad. Ha podido más el Mediterráneo, añil y desplegado, con sus hermosas espumas donde se quiebra el sol entre un lujoso crujir de oro instantáneo y una risueña felicidad de azules.

La soberanía de la luz, acorde con el mar tranquilo, saturado de su poder, embriaga un éxtasis de reposo, hecho de majestad, en que el agolpamiento del color parece siempre retenido dentro de un inminente romper de gloria, que no se consiente, porque aquí reina con un canon imperecedero la maravillosa armonía.

Frente a tanta belleza, casi insoportable para el límite humano, puede nacer un poeta melancólico. Puede éste ver la inconcebible libertad generosa, sus vivientes espumas y pensar: “Todo es tristeza”, mientras tienta y reconoce en su pecho el opreso latido humano. Y elevarse entonces la gimiente y dorada pulsación: la cuerda de su lira. Que eso es lo que hemos escuchado, de vez en vez, en este indolente poeta del sur.

Cerrando los ojos, es ese son casi retenido lo que podríais percibir. Pero si los abrís veréis una figura fina, silenciosa, que escapa suavemente o suavemente penetra, mientras setís que ha pasado cerca un aire benigno.

En la vida literaria presente puede existir una habitación y en ella un hombre con un original ajeno en la mano. Tras de sus cristales, los ojos alzados tienen ciencia y, en su madurez, un casi brillo, más que triste, piadoso. La bondad natural es difícil condición extremosa, que en esta encrucijada literaria, donde la navaja brilla con su filo azulado, adquiere rasgos de virtud heroica. Bondad: ¿quién cantará su prisión admirable, su recóndito perfume, su ocultamiento bellísimo?

Puede alabarse la cortesanía; pero ¿quién cantará sin confusión la alta calidad del corazón humano que, inserto en el pecho de un artista, rinde, sobre los frutos del ingenio, los más preciosos y extraños de la incansable generosidad?

La ciencia del andaluz puede ser escepticismo, y entonces se ve esa elegantísima figura del que fue y volvió, y en su egreso sonríe. Don Juan Valera fue un andaluz a quien ninguna gracia acaso le fue negada, a excepción quizá de la última graciadel corazón, y lo pagó con lo que más quería: el don lírico, que un hada, sin que él nunca lo supiera, le hurtó de su cuna.

Pero hay otro tipo de andaluz que va, que va siempre. Nunca regresa. Yo lo veo con los pies descalzos. Puede marchar por entre el plata de los olivos. Verde y plata sobre el cabello, generalmente oscuro. Pero también marcha solo por las arenas del sur, por esas playas desnudas, tendidas, constantes, que un sol sin fatiga encandece mientras sopla la mar y con sus volantes espumas las acaricia. Ese  descalzo va pisando la mar sabia del Mediterráneo, mar que tantos hermosos cuerpos ha esculpido y ha olvidado.. Cuando sobre el andaluz la ola comba y radiosa golpea, le está azotando la ciencia viejísima de la vida, el mundo pleno de la única sabiduría que no se aprende. Allí el desnudo se va configurando, amasando a golpes de mar antigua. Unas viejas culturas pasadas han roto sobre esas playas. Y el mar hondo que las contiene y las olvida azota los cuerpos andaluces y los baña, bajo un cielo puro que infatigablemente destella.

Cuando veo a José Luis Cano, en su traje de la ciudad, en una habitación donde la luz se desmiente entre paredes que la cuadriculan, pienso en el andaluz que se crió con pies desnudos sobre las arenas vívidas de la costa. Y cuando repasa un inédito libro ajeno que él ha de publicar en su Colección “Adonais”, y veo todavía allí en los ojos el punto dorado, levitador contra el que nada puede la cerrazón de la noche, se me aparece la imagen del andaluz sin edad que fue sumando ciencia por las playas desnudas sin perder su candor. Ciencia entre espumas. Así el dolor, figurativamente, no debería mostrar el rostro del viejo surcado de sabiduría marchita, sino la enigmática frente del joven que mira con ojos hondos, mientras le roza el cabello un apenas trasunto de la también brilladora luz metafísica.

Entre esos dos polos un hombre real, mediado en edad, puede tener del viejo y del joven, y mirar con serena tristeza, con esperanzada confianza un manuscrito en una habitación, mientras los ojos, con aquella luz no perdida, pueden leer, a lo lejos, en el vago aire de la noche.»

Del libro Los encuentros




José Luis y su hermana Mercedes (mi madre)




9 comentarios:

  1. Ahora entiendo mejor, como dice el sabio refrán, de casta le viene al galgo...
    Salud y abrazo

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  2. Su inteligencia, GENIN, como director de la revista Ínsula y de la colección de poesía Adonais, está verificada, Pero fue su bondad la que ha hecho que su figura se acreciente más y más con el tiempo. Que me soportara a mí, en mis momentos más iracundos, es la prueba. Pero comprobar, por un libro viejo comprado por 2 euros, que Vicente Aleixandre coincidiera con lo que yo sabía, ha sido un orgullo.

    Porque lo que necesitamos es gente inteligente y buena. Reconozco que no estoy a su altura... pero ahí está el ejemplo de la sangre.

    Un abrazo, hermano.

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  3. No repetiré lo de la casta.
    Qué suerte, tener eso por encima, cubriéndote y dándote ejemplo.

    Y tú eres inteligente y bueno. No sé si como tu tío, pero lo eres.

    Un abrazo.

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  4. Vaya sorpresa.
    En el año 2008, desde el lago Turkana, en Kenia, me llegó un mensaje al móvil que aún guardo.

    Atardecer

    Deja que el amoroso pensamiento
    dé a tu frente un temblor de agua invadida,
    y deja que mi sombra, en la avenida,
    acaricie tu seno soñoliento.

    La tarde eres tú y yo, sin otro aliento
    ni otro paisaje que la mar dormida.
    La vida es tu silencio, la vencida
    caricia de tu flor sin movimiento.

    Duermen las aves su clamor. El cielo
    boga su luz por tu mirada ausente.
    Sueñan tus ojos a la sombra mía.

    Sueña el aire en su orilla, y siento el vuelo
    cálido de mi sangre. Dulcemente
    va naciendo el amor, muriendo el día.

    No sabía el nombre del autor y lo busqué. Me sorprendió la ternura que desprendía sus versos.Su sencillez al expresar los sentimientos. Me gustó todo de él. Me gusta mucho.

    Un fuerte abrazo

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  5. Quedo lejos, querido PORTOROSA. Dentro de poco escribiré una historia de Día Río sobre mi infancia que revelará las causas de que, siendo bondadoso, tenga un punto de lucha deportiva que “rebaja” mi bondad.

    Un abrazo

    ¡Pero qué casualidad, AQUÍ! Como poeta es poco conocido porque el propio Aleixandre lo llama “indolente poeta del sur”. En realidad, a finales de los años 40 hizo propia una misión de mantener el contacto público de los poetas exiliados con España, mediante la revista (trabajo que sé que fue agotador), unido al de dar a conocer a los poetas jóvenes desde la editorial, más dos importantes tertulias y estar abierto a cualquier contacto epistolar o personal. Fueron muchos los grandes poetas que encontraron en la revista o la colección la forma de darse a conocer meritoriamente.

    La casualidad de que lo conocieras, de que guardaras un poema suyo, me ha encantado

    Muchos besos

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  6. De magníficos y pocos conocidos poetas, hay muchos por España.
    La casualidad de que sea tu tío, me produce una grata alegría.
    Estoy preprando, para cuando el dolor merme un poco, una biografía de mi sobrina Mares y en la primera página escrita está el poema, A mi hija Teresa.

    Tembién decirte que tiene un bello poema dedicado a Celaya que me chifla y que viene muy bien en los momentos que vivimos para no decaer.

    Un abrazo

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  7. De casta le viene al galgo. Así cualquiera, tu facilidad para encadenar palabras y tu capacidad lectora no tiene mérito porque lo llevas en la sangre (como los negros el bailar). Y por esta regla de tres yo debería ser una experta alfarera o roba-gallinas, así que no sé qué cojones hago en una oficina. O intentando escribir.

    En cualquier caso, un placer conocer a tu tío el poeta de la andalucía la baja.

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  8. Es un gustazo leer un texto así. Para ti lo será más, supongo, por los implícitos.

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  9. Lo que dices, AQUÍ, es doloroso; pero que en la primera página esté el poema que escribió a su hija mayor me resulta sorprendente. Ha pasado demasiado poco tiempo; pero no abandones la idea, que te ayudará mucho.

    Besos

    Ya estamos con el “así no tiene mérito”. En este país un chaval saca buenas notas y los padres de sus compañeros comentan “pero es que el tío estudia mucho, así cualquiera”.

    Me alegra, SUE, que al menos haya sido un placer conocerlo.

    Más besos

    Efectivamente, MICROALGO; también por los implícitos. Pero todo el libro cuenta unos encuentros con poetas que te dejan el corazón a gustito.

    A ti, un abrazo; que seguro llevas barba de dos días y pìnchas,

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