“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




jueves, 8 de junio de 2017

Relato Bremen. Tema: el miedo a la oscuridad


And there’s blame of the light too: when eyes are
humming birds who’ll tie them with a lead string?

La luz también tiene su parte de culpa: cuando los
ojos son colibríes, ¿quién va a atarlos con una cuerda?

Improvisations
William Carlos Williams



Deslumbramiento. Esa es mi pesadilla. Cualquier hilo de luz estalla en mis ojos, abrillantando la mirada hasta volverla insoportable. La medicina dice que todo es físicamente normal, que ninguna célula de mi capacidad óptica muestra desvío alguno con respecto a la normalidad. Aceptaré interiormente, de mí para mí, que es mi forma de pensar, que no hay daño estructural, sino una perversión de la ejecución de mis procesos conscientes. Hacia el exterior, simularé esa normalidad que me imponen los médicos.

Las gafas de cristales muy oscuros que llevo día y noche las justifico con una conjuntivitis aguda que digo que me están tratando. Los destellos de sombras que me proporcionan me permiten llevar una vida aparentemente normal. Aunque me guíe casi a tientas, basándome más en los hilos de oscuridad, trabajo, camino por la calle, uso los medios públicos de transporte. Fuera de las necesidades del trabajo, procuro socializar lo menos posible, en parte por la molestia que me produce, pero sobre todo por la desgana absoluta de participar en la vida. La luz cegadora me ha lanzado fuera y lo que me acomoda es perder lo máximo que pueda el contacto con ella.

Cuando por fin llega la noche y me acuesto, aunque no estoy nada cansado, tras haber cerrado bien las persianas y las cortinas gruesas que puse, para que ninguna luz exterior me llegue, espero paciente los paisajes con luces diferenciadas, de distintas texturas e intensidades, que me revelan el mundo que conocí y amé. O que no conocí y aparece inventado ante mí. Es curioso, pero en esos sueños que no controlo, porque estoy dormido, pero que se producen sabiendo que estoy en la cama, soñando, hay un narrador, alguien que lo cuenta todo, o que todo lo ve y lo oye, que no soy yo. Podría llamarlo El Que Todo Lo Cuenta... Es el centro de lo que se ve y se oye. Si en el “sueño”, o lo que sea que sea, aparezco yo, el narrador está a unos cuatro o cinco metros de altura. Por detrás de mí. Es decir, nunca se ve mi cara, aunque es evidente que soy yo. Aunque en ese “sueño” tenga tres años y me esté bañando en la orilla del mar, con unas olas minúsculas ante las que retrocedo con cierta aprensión. Pero los colores que dan vida a la escena, ¡ay!, tienen una luz modulada y son maravillosos. Lo mismo sucede cuando el personaje principal de lo narrado sea otro. Creo que no me importaría perder la conciencia y quedarme los años que me falten en una cama de hospital, soñando las 24 horas del día, uno tras otro. Claro que a lo mejor eso me sucede porque paso 16 horas al día sufriendo las inclemencias del deslumbramiento y solamente 8 “soñando” en los colores de la Creación. A lo peor, si me hospitalizaran y me mantuvieran mecánicamente, perdería esas ocho horas de la gran maravilla.

Por casualidad, en un banco situado en la zona más umbría de un parque, conocí a alguien que llevaba también gafas muy oscuras. Tenía más experiencia que yo en esta “situación”, detectó que me pasaba lo mismo que a él y me habló. Conocía a más personas a las que les sucede lo mismo y me las fue presentando. Salvo las muy mayores, que por la edad no pueden, dedican los días libres a visitar grutas y practicar la espeleología. Me he unido a ellos. En realidad no tenemos otro objetivo que el de descender, sin linternas, a profundidades en las que el deslumbramiento no nos hiera, en las que dejemos de tener la sensación de que cualquier brillo mínimo nos vaya a derribar, cayendo al suelo sin fuerzas para seguir vivos.

Poco a poco, según aumentaba la confianza en mí de mis nuevos compañeros, me he ido dando cuenta de la extensión de este fenómeno. Somos muchos más de lo que podía pensarse. Y no solo es la visita a las cuevas la única actividad. Se han creado “casas oscurecidas” que están a la disposición de los miembros del grupo. Vamos a ellas como la gente normal va a los bares, cafeterías y locales públicos. Lo financiamos entre todos.

Me ha inquietado ir descubriendo que entre nosotros se extiende una conciencia de pertenecer a un grupo humano que se considera especial. Dentro del grupo general hay una especie de Dirección que se refiere a nosotros como Los Herederos de la Tierra. Hay una ideología, una sensación de superioridad, de ser los héroes que sobrevivirán a la catástrofe que acabará con la Humanidad, los que habitaremos a decenas o centenares de metros bajo la superficie de la Tierra, los que crearemos la nueva civilización humana. Esta “ideología”, este querer dar sentido a nuestra minusvalía, que seguro que tendrá una causa científica relacionada con los venenos que la civilización industrial está creando, me repugna. Ni puedo ni quiero pertenecer a este grupo de Superhombres, tan falso como todos los que se fueron creando, mediante dioses y subterfugios, para ocupar el poder.


Me he separado de ellos. He vuelto, tras la alegría de haber conocido a tantas personas aquejadas de mi mismo mal, a llevar una vida solitaria. Pero tengo miedo, porque para ellos me he convertido en un traidor peligroso, ya que podría denunciarles, dando todos los datos necesarios para que los controlen. Es la historia que se ha repetido siempre. No queda mucho para que decidan mi condena, mi asesinato. Mentiría si no reconociera que tengo miedo. Pero el temor a formar parte de una superchería de Superhombres es mucho mayor.

13 comentarios:

  1. Uf, no sabes lo mal que lo he pasado leyendo esto, es tan real y yo tengo tanta imaginación que lo estaba viviendo con mucha angustia, me sentía totalmente deslumbrado y obligado a vivir en la oscuridad, que putada mas grande... :)
    Me ha gustado mucho.
    Salud y abrazo

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  2. Siento el mal rato, Genín... bueno, no voy a mentir: no lo siento. El relato está escrito desde el pesimismo y su obligación es hacerlo sentir.

    Gran abrazo.

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  3. Me gusta mucho cómo evoluciona de un miedo a otro, y cómo pausadamente nos vas metiendo en la historia.
    Me alegra tu vuelta.
    Abrazos.

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    1. Gracias, Isabel. Espero no irme demasiado lejos o demasiado tiempo.

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  4. Salvo en poesía (arrobo que quizá es mejor no explicar), cuando un texto, como es el caso, por coherente que sea carece de significado palmario es inevitable que el lector lo busque.

    Pero la mayoría de la gente, al interpretar las arcanas alegorías solemos fallar porque, ¿también inevitablemente?, confundimos explicarlas con hablar de nosotros mismos. Cómo evitar eso no lo sé, pero diré cómo lo he intentado en esta ocasión.

    Por una parte, no he sucumbido a la tentación de forzar paralelismos (es más dudo que existan) con la ceguera blanca saramaguiana; y, por otro lado, no he tenido en cuenta los detalles materiales, pues aunque son imprescindibles literariamente resultan irrelevantes (nada tienen de indicios) a la hora de comprender el significado del texto.

    En esta modesta exégesis me he acordado de Eugenio D´Ors, autor al que me gusta más citar que leer. Se cuenta de él que solía peguntar a su secretaria si entendía lo que le estaba dictando, y si ella decía que sí, entonces el escritor resolvía: «¡Oscurezcámoslo!».

    También me he acordado de una de las muchas habilidades que tiene mi mujer. Cuando se le piden pistas por un desconocido regalo por venir que ella ha comprado jamás miente, es más se prodiga en detalles; pero, no falla: con cada respuesta, con cada pista, quedas más confundido, más despistado.

    Bien, esto he hecho: fuera diagnósticos médicos, fuera gafas de cristales oscuros, bancos de parque, grutas, fuera casas oscurecidas… Y he vuelto a leer el texto, que ya se ha mostrado más real, menos alegórico. Y esto he visto entonces:

    El personaje nos habla de su moralidad, esto es: de su manera de vivir o de estar en este mundo; de su confianza ciega en desconfiar de quien busca el poder sobre sus semejantes; de su nostalgia de un pasado sencillo y cálido donde un texto como en el que él aparece no tendrían lugar; de un pasado remoto al que sólo puede acercase por ensimismamiento.

    En suma, he reconocido a quien no conozco (en persona) pero que tanto aprecio. He visto a NáN, al autor.

    Pero bueno, bien puediera ser que con esta pobre explicación sólo haya en realidad hablado de mí mismo, como decía antes que hace el grupo al que pertenezco: la mayoría de la gente.

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  5. Muy bien, Luxy querido. Me parece oportuno tu comentario. Creo que fue en Amos Oz donde leí que en un lado está el autor, en medio está el texto y en el otro lado está el lector.

    Y que cualquier interpretación del lector es tan válida como el sentido que impulsó al autor. Que no hay distintas alturas que den prioridad a un lado o al otro. Que lo importante es que en el texto haya sentido en los dos lados.

    Así que, si me puedo poner en el papel de autor, aunque lo sea miserablemente, sin haberme atrevido a editar, me siento feliz de que hayas encontrado un sentido. Al haberlo hecho, has dado un valor añadido al texto. Y eso es lo máximo a lo que los textos pueden aspirar (razones de mercaderías aparte, que pertenecen al bisnes, no a los textos).

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  6. Leí el texto hace días, pero como soy lento en todo he tenido que rumiarlo. La manera de afrontarlo de LUX me parece muy interesante, ya lo creo. Así, sin pensarlo mucho, por simple asociación libre, la idea de ceguera, aunque sea parcial, me lleva a pensar en los vampiros, en los músicos ciegos ambulantes de mi abuelo y, más bien, en los actuales músicos, pianistas sobre todo, ciegos. Aunque en mi clase de COU había un guitarrista de música clásica ciego, muy listo, con el que hicimos a medias un trabajo sobre las similitudes entre el lenguaje musical y el lenguaje, así, a secas, que nos llevó a un callejón sin salida. Recuerdo las palabras "morfema", "fonema"... y su correlación musical. Ya te digo, sin salida. Nunca lo he hablado con mi hija, que es de filología española, ahora que lo pienso. Bueno, lo arreglaré.

    Debería saber las diferencias entre metáfora, alegoría, fábula... pero no las sé con exactitud. Y una explicación "inocente" de mi parte es imposible, ya que soy hijo de mis experiencias y de mi edad. El texto parece tener una explicación clara, aun sin querer, ya que dice:
    "Aceptaré interiormente, de mí para mí, que es mi forma de pensar".

    Si la luz es la manera hegemónica de leer el mundo, y la ceguera es la manera de protegerse contra ella, lo entiendo bien, desde mi subjetividad, claro. Pero los intereses de los que apoyan mi visión también son turbios. Quizás la conclusión es la de otras veces: estamos solos, y supongo que siempre ha sido así.

    Mi contacto con gente joven y válida aminora mis ideas pesimistas, pero la cabra tira al monte, últimamente.

    Un fuerte abrazo

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  7. No me gustaría, Jose Luis, colaborar en hacerte tirar hacia ese monte... ya tira él lo suyo para atraernos.

    Lo que sí puedo decir es que en el sentido que un lector da a un texto está toda su vida, por lo que ese sentido, o esa pequeña idea que queda tras la lectura, son el sentido y la idea correctos para ese lector.

    Me parece interesantísimo ese intento que hicisteis el guitarrista y tú. Aprovecha este verano los conocimientos de tu hija para profundizar en él.

    Un abrazo

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    1. Supongo, Nán, bueno, estoy seguro, de que escribes con "todo", del mismo modo que se fotografía con "todo", y se interpreta con todo, como bien dices.

      Un abrazo

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  8. Un cuento sutil y alegórico, como se ha venido diciendo por aquí. Y al mismo tiempo, 100% tuyo. Con tu impronta, quiero decir. No hay agrupación humana que no pueda volverse peligrosa. De ahí acaso que la soledad sea tal vez la única forma de vivir en paz, si no con uno mismo, al menos con los otros.
    Me ha encantado, Nano. Un abrazo grande

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  9. Magnifico y terrible aforismo "que la soledad sea tal vez la única forma de vivir en paz, si no con uno mismo, al menos con los otros".

    Me alegra tu presencia aquí, Gemma, envuelta en optimismo hacia mí.

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    1. Gracias, Nano.
      https://megasoyyo.blogspot.de/2017/07/cuatrocientos-noventa-y-uno_11.html

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