Hay unos negros en mi barrio que en cuanto me ven me saludan
con esa sonrisa que solo ellos tienen. Saben que les voy a dar una moneda
plateada, que vamos a hablar un ratito. También hay un alemán un poco loco que
es la persona con más cortesía y mesura que he conocido. Pide 60 céntimos, el
precio de una lata grande de cerveza, y si le das 80 te devuelve 20. “Solo
necesito 60, señor, muchas gracias”. Únicamente en el caso de que tengas únicamente
monedas de 1 euro, te aceptará una, casi como excusándose por ti, por no tener
la cortesía de llevar encima monedas pequeñas. A veces me pide un cigarrillo,
¡jamás las dos cosas!, y me he cansado de ofrecerle dos. “Solo necesito uno,
señor, muchísimas gracias”.
A uno de ellos, que está siempre por las mañanas (no sé
hasta qué hora de la tarde), en la calle Fuencarral, un poco más abajo del
VIPs, le conozco desde hace tiempo. Es bajito y rellenito. Me recuerda en
pequeño a Louis Armstrong, con esa sonrisa. Tan amable. Con los recortes
sanitarios, a veces le cuesta sonreír. Sufre de unas migrañas terribles y los médicos
de la Seguridad Social le atendían y le daban las pastillas que necesitaba,
bastante caras. Ahora los médicos le siguen atendiendo, a escondidas, pero le
dan recetas que no puede comprar casi nunca.
Esta mañana noté que estaba mal. Me quedé a hablar con él un
poco más y me contó lo que le pasaba (además del dolor de cabeza y de que se
acerca el fin de mes y tiene que pagar el sitio donde vive, muy poco). Su
hermana está en África y la llevaron del pueblo a un hospital porque se le ha
hinchado un ojo y va a perder la vista si no la operan. El coste de la operación
son 50 euros y él es la única esperanza de la familia. En un momento de la
conversación, se echó a llorar y me dijo: ¿Para qué he nacido, si solo he
conocido padecimientos?
Por supuesto, no llevaba 50 euros. Por supuesto, mañana se
los daré, hasta ahí puedo llegar si quiero dormir por la noche. Solo confío en
otra organización del mundo, en que tomemos conciencia de las cosas que pasan
cada día (en nuestro país, tres millones de personas ya por debajo del umbral
de pobreza severa).
Pero si pasáis por allí y lo veis, sed generosos.
He seguido con mi vida. Me he tomado el vermú. Y he
recordado que la delegada del Gobierno acusa a los miembros de la PAH de
filoterroristas. Porque Bildu se sumó a unas acciones de la PAH. Y por los
escraches, que son un poquito violentos y un poquito ilegales, además de un
muchito descorteses. Lanzar a la puta calle a centenares de miles de familias,
que además mantienen de por vida la deuda con el banco por la casa de la que
les han echado, no aterroriza. La PAH ha seguido un camino impecable de toda la
ruta democrática. Hasta han conseguido que la UE dictamine que la mayoría de
los contratos de hipotecas eran abusivos e ilegales. Así que se están cansando
y poniéndose un poco gamberros. Casi terroristas, porque incitan a la
violencia.
Y yo veo las cosas de otra manera, claro. Creo, por ejemplo,
que privar al pequeño Louis Armstrong de las pastillas que evitan que le
estalle la cabeza de dolor es un acto terrorista. En cambio, ante una situación
tan grave, gritarle a la cara a nuestros diputados que cuando se vote en el
congreso la propuesta, depende de ellos, es el mínimo de violencia indispensable. Que sí se puede arreglar, lo que pasa es que no
se quiere. Con el Gobierno anterior, y con el apoyo de los políticos de este, fue muy fácil hacer las leyes que están trayendo estas consecuencias. ¿A que eso sí se pudo hacer? Y además, fácilmente, porque los bancos tienen grupos de presión y los ciudadanos no. Cuando presionan los poderosos, todo resulta fácil. Cuando presionan los ciudadanos, todo es represión y/o desprecio. Lo que empezamos a tener los ciudadanos es un nivel de mala leche que ríete tú del colesterol: pensamos que los que se han suicidado por los desahucios, los que han caído en la depresión y la pobreza, han sido atacados por un terrorismo. Muy fino y educado, eso sí.
Bueno, esto no es más que un contraste de opiniones que
todavía podemos mantener en este país al que le quedan determinados formalismos
democráticos. Esto es una pequeña historia personal, aunque resulta que al cúmulo
de historias personales se le llama, o debería llamar, Historia.
Una mala leche eficaz y un aprendizaje imprescindible: el que nos enseñe a separar el grano de la paja. Mucha atención habrá que prestar para que los cantos de esas absurdas y casposas sirenas no nos embelesen de nuevo.
ResponderEliminarLo tuyo siempre ayuda.
Un abrazo, Nán.
Muchas veces he pensado que si deseas algo con mucha fuerza terminas soñando con ello, lo hacia con frecuencia de niño para no soñar con "la mano que aprieta se vende a peseta", no se si habrá sido por ello, pero no es la primera vez que sueño que había una especie de "revolución francesa" aquí, en la piel de toro, el pueblo era el de siempre, los nobles de antes eran los políticos de ahora, habían instalado guillotinas en las plazas de las ciudades, el pueblo iba a la caza de políticos, los llevaban a esas placitas, los ponían bajo la guillotina y enseguida se sabia que había rodado otra cabeza por el griterío de la gente y el chocar de las jarras de cerveza...
ResponderEliminarCuando despertaba, descubría apesadumbrado que solo había sido un sueño, que putada...
Salud y abrazo
Violencia, terrorismo y criminalidad la de ellos/as.
ResponderEliminarNo sé que nos queda todavía por ver, ni lo que serán capaz de aguantar tantas y tantas personas, pero no cambiará nada hasta que no les teman al desespero de la ciudadanía.
Es una verguenza, un dolor y una rebeldía ante tanto machacar para ellos sobrevivir junto con el sistema, así lo siento.
Abrazos
Hola! Parece claro que es la nueva consigna ppra. y muy meditada. Porque es un insulto más fuerte llamarlos pro-etarras que antisistemas, escraches o lo que quieran, con tal de desviar el tema central, su estupidez. Puede que empiecen a temer.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo, de verdad, no entiendo este afán de determinados cargos políticos por aparecer en los medios, cuando no hacen otra cosa más que decir chorradas.
ResponderEliminarEl otro día, presentando un acto, dije que estaba preocupada. Temo que la crisis nos está volviendo más insolidarios cuando lo importante sería estar unidos para plantar cara al abuso. Veo ese "sálvese quien pueda" todos los días, pero de momento, estoy logrando mantenerme. Y veo que tú también. Y otros poquitos. Ya no sé si conseguiremos algo, pero yo logro dormir, que en estos tiempos no es poco.
Pues sí, JOSEP de mis amores. Ya están proponiendo megacasinos y otras lindezas para salir de esto. Parece que no se ha aprendido la lección de que “burbuja de crecimiento hoy = bolsa de pobreza mañana”. A veces da asco, a veces da pena; normalmente, ascopena.
ResponderEliminarPero nos queda mucho que decir, que gritar, que insolentar.
Un abrazo
El sueño es “clarividente”, GENÍN. No es posible que los que aterrorizan a la gente con balances limpios firmados por gente bien vestida sean gentes de bien, mientras los aterrorizados no pueden levantar la voz más de unos decibelios estrictamente regulados. Espero que no lleguemos a la sangre, pero estoy convencido de que “el miedo debe cambiar de bando”.
Un abrazo
El final de mi comentario a Genín coincide letra a letra con lo que dices tú, ISABEL. Que sean ellos los que empiecen a tenernos miedo o seguirán riéndose de nosotros y “haciéndonos la vida imposible”; y la frase entre comillas es literal, no una metáfora.
Besos
De nosotros depende, JONHAN. Incluso deben empezar a temer lo que escribimos, cómo se extiende. Y de ahí, pasito a pasito, hacia arriba.
Besos
Comentaste mientras yo escribía, KIKA. Lo que cuentas forma parte del asunto: han creado tal miedo, tenemos todos a la vista un horizonte tan negro si nos despiden, que estamos dispuestos a cualquier cosa, a dejar que nos quiten sueldos y derechos, para mantenernos con la cabeza fuera del agua.
ResponderEliminarCuentan con ello, no lo dudes. Pero los desposeídos son tantos que la esperanza vuelve a existir. Como escribió un japonés: "Cuando todo está perdido ya no hay nada que temer". Y lo escribió en un libro sobre el arte de la guerra.
Besos
Sí. Y lo de "united we stand, divided we fall".
ResponderEliminar(más besos)
Me asquea profundamente una manipulación tan ruin como la de equiparar a los PAH con los terroristas, lo bueno es que dicha maniobra no es sutil, es más que evidente. Por mi que se pongan en evidencia cientocientomil veces más, por sus bocas "que se jodan" en voz alta, para saber de qué talante están hechos. Saludos.
ResponderEliminarParece que ahora ser un iluminado y ver las cosas con claridad es más común de lo que parece, quizás por eso muchos las vemos así, como tú las cuentas, porque no es tan difícil. Lo último de la Cifuentes y del PP me parece tan repugnante como todo lo que han hecho hasta hoy y es una pena que no me extrañe, como no me extrañaría que mañana saliéramos a la calle y dispararan contra nuestras cabezas. Una nueva fuerza especial del orden organizada para tal fin. Sería como en esas películas de ciencia ficción que tantas veces nos han exaltado al verlas desde el sofá.
ResponderEliminarSin embargo, creo que la PAH está más apoyada por la ciudadanía despierta de lo que yo incluso pudiera haber previsto, así que no será fácil manipular eso.
El otro día escuché en el programa de radio de Julia Otero (sin Julia Otero) a un tal Arcadi Estrada defender las acusaciones de terroristas a los miembros y simpatizantes de la PAH. Puse el comentario pertinente en FB y le deseé que se quedara sin trabajo y, por extensión, sin casa. A él y a todos los que pensaban como él. Y lo deseé públicamente.
Estoy esperando que vengan a detenerme.
El miedo es su juego y creen que puede ser su baza ganadora. NO debemos dejar que eso ocurra. No sé cómo, pero no debemos dejar que eso ocurra.
Un beso Nano y saluda al chico de las migrañas de mi parte.
KIKA, sí. Pero es tan difícil.
ResponderEliminarIRE, creo que esta vez se han equivocado de medio a medio. Todos hemos visto imágenes de telediarios en los que tiraban a la calle a viejas en sillas de ruedas, a niños agarrados a sus madres. Muchos hemos protestado "democráticamente" y no nos han hecho ni caso. Que la temperatura de la contestación suba, es la lógica de los hechos. Pero llamarnos filoetarras significa que los que nos mandan han perdido el norte y no tienen ya ninguna relación con la sociedad, pero demasiada con los bancos.
Hace tiempo, SUE, que Arcadi Espada me da vómito con todo lo que escribe. Para gustos los colores, claro. Estoy contigo, por una parte, los que están sufriendo de verdad en sus carnes esta política neoliberal, se están cansando. Por otra, los que aún no la sufrimos, pero la tememos y no la soportamos, somos más.
El enemigo se puede equivocar... y creo que esta vez han cometido el mayor error. Lo único que falta es ver entrar en la cárcel a quien ha protestado por esto, mientras los grandes culpables, con sus abogados, ni la pisan ni se les espera.
Un abrazo a las tres.
Hola Nano. Qué gusto reencontrar tu blog, y además con artículos como este. Mi último video va precisamente de este asunto.
ResponderEliminarhttp://youtu.be/H98HuJ9k7Ww
Un día de estos me paso por tu barrio a tomarnos un vermú.
Un fuerte abrazo,
Antoine B
y un saludo al pequeño Louis Armstrong
¡Mon chêr Antoine!
ResponderEliminarGrande el vídeo.
Escríbeme al mail que está a la derecha del blog, porque el tuyo lo tengo en una cuenta que dejó de existir.
Y quedamos (pero tiene que ser hoy, que mañana me quedo sin internet hasta el domingo).
Un abrazo
Jo, Nán, me has recordado mi infancia. Cuando era enana mi padre me acostumbró a hablar con las personas que pedían en la calle, a ver qué era lo que les pasaba y en qué podría serle útil en ese momento. Está muy bien lo de dar una moneda, pero creo que el favor es inmensamente más generoso si además te preocupas del porqué de su situación.
ResponderEliminarBravo por tu actuación con el pequeño Louis Armstrong. Ojalá yo pudiera hacer lo mismo.
Besotes.
¡Olé, NáN! Tienes un corazón y un coco, así de grandes, así.
ResponderEliminarTu padre sabe lo que es la vida, CALAMIDAD. He pasado casi una semana en León y me fijé en una cosa que me sorprendió: casi los únicos que he visto agacharse a echar una moneda a los que pedían, y saludarles, eran los jubilados. Posiblemente la edad les permite a algunos recordar las propias penalidades.
ResponderEliminarAnda, JUAN, ¡mira quién fue a hablar.
Un gran abrazo a los dos.