Alguien en quien confío en lo infinito me pasa este libro y
me dice “toma y lee”. Veo que va de una hija a la que se le ha muerto de cáncer
la madre, o se está muriendo hasta que se muere de veras. He leído libros así,
la mayoría dedicados a contar la pena, la soledad en profundidad lo sucedido.
Hay que leer varios de estos, porque es una experiencia humana esencial:
sobrevivir y acarrear un montón de historias cruzadas que ya solo conoce el que
sigue viviendo.
Pero en estos momentos, pues como que no me apetece. A todos
el cáncer nos ha matado, con la aparatosidad con la que suele hacerlo, a
alguien que queremos (a nuestra manera, rara, algunas veces). Y me está
sucediendo ahora, así que no me apetece leerlo. Pero ya dije al principio la
confianza que tengo en quien me dijo “toma y lee”, así que le daré una
posibilidad.
La autora ha elegido una cita de Amélie Nothomb, de Matar al padre, para la primera página:
Yo también te
abandonaré, mamá.
Porque eres
egoísta. Porque hablas demasiado fuerte.
Porque siempre
te estás quejando.
No he empezado el libro y ya estoy pensando que “esto
promete”. Pocas veces la cita introductoria de un libro promete tanto. Empiezo
con ganas y en la segunda página hago un subrayado de un párrafo que me
maravilla:
“Y de pronto, caes internada. Tu
cáncer de pulmón ha hecho metástasis en el cerebro. Tu cáncer (...) ha hecho
(...): en el cáncer, vida propia. Voluntad de acción. O acción involuntaria,
refleja. Tu cáncer refleja voluntad de metástasis en el cerebro. Tu cerebro
refleja voluntad de cáncer. No es justo, lo sé, perdóname: solo estoy jugando
con las palabras.”
Y me preparo para un libro en el que, aparte de la historia
que cuenta, la autora va a jugar con las palabras. En el que las palabras (a
veces poéticas por el modo de distanciarse unas de otras para terminar chocando
como trenes), los pensamientos, son el centro de la historia contada. ¿No es
así como vamos pasando la vida, contándonos de maneras diferentes lo que nos
fue pasando? Pues he encontrado una autora que sabe hacerlo con un desorden
ordenadísimo.
Porque aquí no se cuenta solo un cáncer. La narradora no
hace más que marcharse del país para escribir su segundo libro: India, Francia,
Madrid... para tener que regresar a toda prisa porque el “evento” (la palabra
es de la narradora, no mía) puede producirse: y eso conlleva que ella abandone
su vida para estar presente en el final de otra vida.
También hay dos hermanas más. Una madre y tres hijas. No es
de extrañar que cuando vivían juntas la narradora llamara Bernarda Alba a la
madre. Y las hermanas no se llevan bien. Supongo que en momentos así todavía se
llevan peor. Lo he visto en la realidad muchas veces: esta enfermedad exige
tomar decisiones que el enfermo no quiere tomar y los familiares discuten
sanguinariamente.
Es un libro hecho, como todos, con palabras. Pero en este la
atención a las palabras y su sentido está muy por encima de lo habitual. Es un
libro que sigue poco la linealidad de las historias que cuenta. De un párrafo a
otro se producen cambios de tema que son como saltos de gigantes. Historias que
no tienen que ver con la enfermedad sino con una narradora que se ha ido de su
país para seguir escribiendo. Pero es que es un libro que recuerda la verdad y
se impone la obligación de ser verdadero.
¿No es cierto que en la realidad, cuando nos contamos
historias a nosotros mismos, mezclamos los años, los temas y las personas que
entran en los recuerdos? Lo difícil es hacerlo con el ordenadísimo desorden
conque lo hace Florencia del Campo.
Al terminarlo, me siento más fuerte en lo personal, pero
sobre todo con ese agradecimiento profundo que siento cada vez que encuentro un
libro en el que el autor sabe jugar con las palabras, convirtiendo en algo
especial, raro, sus significados.
(Hoy, 24 de octubre, a las 19:30, la escritora Laura Freixas presentará el libro en Cercantes and Company, calle Pez, 27, Madrid)