“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”. Proverbio chino.

NO PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS PENSANDO COMO CUANDO LOS CREAMOS. Albert Einstein

“Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, tiene que revisar sus valores”

Sobre los poderes de siempre y los emergentes: "“No nos parece mal que nos muerda un lobo, pero a todo el mundo le saca de quicio que le muerda una oveja". Ulises de Joyce, Cap. 16




sábado, 13 de abril de 2013

Palabras buitres, palabras carroñeras



“palabras buitres, palabras carroñeras que limpien
los viejos cercos de sus muertos, de sus asesinados
y de sus asesinos”.

Filosofía en los días críticos

Chantal Maillard

Me mantengo en pie como una posición moral. A veces. Sin desgaste de los huesos. Me cuesta entender(me), como si esa falta de sentido fuera una impertinencia detestable. Esa falta de coordinación entre el cuerpo, lo que es, y aquello otro que no puedo ni imaginar qué es. Me siento como una farola apagada en lo oscuro; inútil, pero un peligro para los que también caminan en la oscuridad.

Los que me conocen, saben que escribo mientras paseo. Párrafos enteros, con sus puntos y sus comas. Cuando encallo, o llego a un punto en el que la historia cambia de sección, entro en un bar y tomo una bebida en un vaso pequeño. Al volver a casa, paso al ordenador lo que había escrito con el ritmo del caminar. Enseguida veo que lo que sonaba tan bien con el avance de los pasos, en reposo ha perdido gran parte de la magia: el ritmo. Cierro el ordenador y, más tarde, normalmente mucho más tarde, empiezo la tarea de la modificación de lo escrito. Ese es mi método de escritura.

Lo que casi nadie sabe es que en esas paradas en los bares, si no hay nadie con quien hablar, tengo un juego: imaginar vidas a partir de retazos. Las estadísticas me parecen mentirosas. A lo mejor, dentro de un año se empieza a crear empleos, aunque sé que muchos siguen perdiendo el suyo, pero aparecen 700.000 minijobs de 400 euros al mes y 300.000 trabajos con el salario mínimo interprofesional. Sin que se roce un cambio en la situación de miseria, las trompetas pueden tocar los himnos del éxito. Basta con dar cifras globales sin desglosar cuántos empleos de a tanto y cuántos de a otro tanto.

Hay un dato que me vence: somos 7.000 millones de personas en el mundo. No puedo funcionar pensando esa cifra; necesito poner cuerpos, caras, historias para darle un sentido. Así que trato de sentir como una joven violada a la que se castiga la impureza con latigazos, como un niño trabajando en una mina, como un padre hambriento, como una madre en una fábrica de hilaturas 14 horas al día, como una familia que, tras sufrimientos que cuesta imaginar para poder comer, es expulsada de su casa con la fuerza de la Justicia y de la Violencia que a todos nos representa... Así hasta llegar a lo más profundo de la sensación. Voy entendiendo entonces lo que significa la cifra de miles de millones de individuos. Me gusta sobre todo imaginarlos cuando se acuestan, en cualquier parte, en esos minutos en los que tarda en llegar el sueño: cuando los miedos y los deseos explotan. Terminado el juego, vuelvo a caminar, a escribir algo que no tiene relación con lo que sentí en el bar, y termino entrando en otro bar.

***

La ministra Soraya Sáenz de Santa María ha dicho: “Mi casa es el terreno de mi familia”. Y como esa frase va dirigida contra los que han perdido o van a perder su casa, que también es el terreno de su familia, y se acercan a la casa de la ministra para afearle la conducta, ya que ese despojo del terreno de la familia se hace con leyes que vota la ministra ahora que se buscaba una solución ciudadana, como es una demostración de que el derecho a que la familia de la ministra tengo un terreno íntimo es de calidad superior, la frase me ha resultado de una violencia insoportable.

***

Y así, me doy cuenta de que querría tener la voz de Maillard para poder carroñear lo que ha dicho la ministra hasta engullir la última molécula de su violencia, y dejar esa frase en la inexistencia, pero que también querría carroñerar los miedos con los que se duerme tanta gente de esos miles de millones, pobremente representadas por una decenas o centenares de imaginaciones de un afortunado en silencio en un bar. Y tengo que entender que, aunque no sea un desconsolado, solo soy uno más de siete mil millones, que no soy capaz de encontrar y decir para que se oigan esas palabras carroñeras.

Ah, si supiera decir esas palabras. Pero no sé. Solo puedo seguir leyendo la frase de Maillard, que me limpia a mí y termina así:

«El lenguaje de los cercos requiere el vuelo. De cerco a cerco se vuela. Se vuela como los buitres, con el pico ensangrentado, con flecos de carne descompuesta colgados de las comisuras, propagando, de cerco en cerco, el virus: el ansia de hacer mundos».


14 comentarios:

  1. Creo entenderte. Esas palabras que huyen y que encontramos en otros como yo ahora en ti. De todas formas, ponernos en el lugar de los demás..., no es fácil, el otro día hablaba de esto; es como si a alguien querido se le muere un familiar y nunca, por mucho que lo sientas, experimentas ese vacío que el otro tiene.

    Están los políticos, economistas, y, más gente como ellos, tan encubrados en su propia basura, escondida tanto tiempo debajo de la alfombra, que han perdido por completo la capacidad de ponerse en el lugar de los que lo votan, así que: con su pan se lo coman cuando les llegue la hora. Eso espero, y que alguien, en vez de un zapato, le tire un ladrillo de obra al azulejo con el nombre de la "tacher-aznar-botella".

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Peligroso ese ejercicio tuyo del bar, pero necesario en su justa medida: si lo haces mucho, puedes acabar en la locura, el homicidio múltiple o el suicidio. Si lo haces poco, puedes convertirte en Soraya. ¡In medio stat virtus!

    ResponderEliminar
  3. Un saludo, Nán, creo que he entendido la mayor parte.

    ResponderEliminar
  4. “Me cuesta entender(me), como si esa falta de sentido fuera una impertinencia detestable. Esa falta de coordinación entre el cuerpo, lo que es, y aquello otro que no puedo ni imaginar qué es. Me siento como una farola apagada en lo oscuro; inútil, pero un peligro para los que también caminan en la oscuridad.”

    La coordinación entre el cuerpo que es y lo otro, que no se puede imaginar, nos daría el sentido. Ambos, la coordinación y el sentido, son lo que faltan. Pero el discurso nos contradice y hace imagen de un sentimiento del cuerpo: somos una farola apagada en lo oscuro; inútil para los que también caminan en la oscuridad.

    En la relación con esa imagen está, pues, el sentido.

    Del sentimiento del cuerpo a la imagen, y ahora yo, haciendo el camino inverso, lo recorro de la imagen al sentimiento del cuerpo. Ahí me encuentro con la culpa por no poder iluminar el camino de los otros. Y ahí salta una intuición que capta el sentido: estoy aquí para iluminar a los otros; y cuando los ilumino, curiosamente, la farola que soy deja de estar apagada.

    Esto suena al sentido que desprenden experiencias religiosas del budismo y el cristianismo. Esto me llega muy hondo.

    Gracias Nán

    ResponderEliminar
  5. No hay farolas. Bajo la noche que nos infligimos, tanteamos torpemente por ve si nos podemos abismar en compañía. Propongo abrir la mano y dejar caer la cuerda. Cuando los mentirosos no tengan a quien mentir, tal vez suceda algo parecido a un amanecer.

    Palabras necesarias las tuyas, Nán.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así me gusta, también, verlo a mí: sin farolas. Y si sucede un amanecer, también creo que se producirá cuanto soltemos la cuerda.

      Pero la imaginación no se puede violentar, pues nos quitaría el sentido. Y hay una farola apagada!

      Eliminar
  6. Completamente de acuerdo contigo, tallesin.

    Un abrazo desde estas cumbres encumbradas que nos dan cobijo.

    ResponderEliminar
  7. Bueno, ISABEL, escribí que me costaba entender y entenderme. A veces, ese es el único motivo de escribir algo: moverme en lo desconocido esperando algo. El “juego”, en el que no dije que también me pongo a veces en el papel de los que hacen daño, no permite vivir lo que otras personas viven. Pero sí fortalece la empatía, o el rechazo. Además, no es tan difícil: creo que de todas las emociones y sensaciones humanas hay algún rasgo o hilo en nuestra mente, así que solo consiste en enfocarlo y hacerlo consciente. Todo lo humano está en todo ser humano, pero oculto por la fijación en nuestras propias peripecias.

    No lo deseo, pero temo que si las cosas siguen así, el tiempo de los ladrillazos está cercano.

    Un gran abrazo

    El ejercicio, C.S., es necesario si escribes: has de salir de tu mundo si escribes para otros. Creo que un poco en la locura ya estoy, pero es benigna. ¡Qué horror, las consecuencias de hacerlo poco! Huiré de ahí. Pero aborrezco el punto medio y elijo la locura.

    Besos

    También yo, JOSÉ LUIS, al escribirlo y releerlo, he entendido más de lo que sabía al principio (y vuestra ayuda al comentar es importante)

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Tu recorrido inverso es iluminador, TALIESIN, y me explica una parte importante de la duda. La culpa es una parte esencial del sentimiento del discurso. Por otra parte, que el sentido y la coordinación las contradiga el discurso es una ley: ¿cómo vamos a hablar con luz cuando uno de los elementos es inimaginable? La oscuridad nos deja en el estado de tentativa constante. O me deja a mí. Eres mucho más hábil que yo en encontrar sentidos.

    Me anima que te haya llegado

    Un abrazo

    Tu sueño es hermoso, JOSEP: soltar la cuerda y abrir la mano. Válido para los que vamos poco “atados”, aferrados tan ligeramente como podemos. Pero, ¿qué pasa con aquellos sujetos por las numerosas cuerdas de las injusticias y aferrados voluntariamente a las escasas cuerdas que les dan una mínima seguridad? ¿O con los que se han atado a sí mismos para poder dar tranquilos cuatro pasos?

    De los primeros me siento responsable penal; de los segundos, solamente responsable civil subsidiario.

    Un abrazo hacia las cumbres.

    ResponderEliminar
  9. Ya sabe Usted por qué a Cospedal sus padres le pusieron de nombre Dolores.

    ResponderEliminar
  10. Parece que hay un pequeño malentendido, Nán.

    Dices “¿cómo vamos a hablar con luz cuando uno de los elementos es inimaginable?”. Pero ha sido imaginado! Cuando decía que el discurso nos contradice me refería a la pretensión de que es inimaginable. Porque ha sido imaginado como farola apagada (...) y ese es el sentido! (y la coordinación).

    “La oscuridad nos deja en el estado de tentativa constante”, si; pero al darnos cuenta de la necesidade de luz de los otros (para evitar el peligro) se abre un sentido a la acción humana.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Mi sueño, querido amigo, pasa por soltar la cuerda sin dejar el palo; es decir, dejar de agarrarnos a lo que nos dicen y empezar a decir. Evidentemente que ese dejar la cuerda no implica claudicar con todo lo que pretende envilecernos, desvalijarnos, sino de una puta vez dejar de jugar a se juego ni que sea en el papel de equipo contrario. Creo imprescindible la suma de esfuerzos que nos lleven no sólo a cambiar las reglas del juego, sino sencillamente a cambiar de juego. No me gustaría en absoluto frivolizar con algo que esta llevando a tantísimas personas no al borde sino al mismísimo precipicio de la angustia, pero creo entrever una levísima esperanza si somos capaces de "dejar de creer".

    Como siempre, dudo de lo que digo, pero presiento que lo comparto.

    Un abrazo, Nán.

    ResponderEliminar
  12. ¿Un nombre de pila referenciado a los demás, MICROALGO? Además de tener la autoconciencia de lo los posmodernos, los orgullosos padres de la Cos eran pitonisos, cuando menos.

    Un abrazote en su nueva vida.

    Bueno, TALIESIN, lo de la farola es una metáfora-trampa, a mi entender. Una manera de indicar lo que no se conoce. La parte "social" que incluye es lo único que queda iluminado.

    La "tentativa constante" sí que se abre al sentido. Pero un sentido en el que solo la voluntad de desfacer entuertos nos libera. En realidad, presiento un acuerdo profundo entre los dos

    Abrazote.

    Totalmente de acuerdo, JOSEP, en que ya nos han dicho demasiadas estupideces y nos "ha llegado la hora de decir". También en que a la hora de cambiar las reglas del juego, en lugar del juego, se le ha pasado el arroz.

    También yo veo una pequeña esperanza. Algo nos está quemando.

    Desde la obligada duda, no dudo en cambio en enviarte

    un abrazo

    ResponderEliminar
  13. Apesar de la astenia primaveral (de la que ha surgido una nueva aceptción: astenia activista) me siento en deuda conmigo misma y no puedo derrumbarme. No ahora. Y menos en estos momentos críticos en los que se está poniendo en evidencia, y de qué manera, la gran infamia de la casta política (y amigos). Y aunque aún hay gente que va con las orejeras de burro puestas, también somos muchos los que queremos cambiar las reglas.
    Así que, PALANTE, como los de Alicante.

    Abrazos.

    ResponderEliminar